Nicolás Pabón Caicedo

    El primero de octubre de 1949 marca un antes y un después en la historia china. Luego de una intensa disputa de varias décadas entre el partido de gobierno (Kuomintang) y la enorme oposición bajo el Partido Comunista de China (PCCh), se da fin a la llamada Revolución China que da como resultado la instauración del gobierno comunista en Pekín. Por su lado, los sobrevivientes nacionalistas del Kuomintang decidieron trasladarse a la remota isla de Taiwán y gobernar desde el exilio.  

    El orden mundial para ese momento era bastante inestable. La Segunda Guerra Mundial recién había terminado en 1945 y el ascenso de la Unión Soviética como potencia mundial daba inicio a lo que por casi el resto del siglo se conoce como la Guerra Fría. El papel de la República Popular China dentro de la Guerra Fría y las guerras proxy tuvo bastante influencia sobre conflictos como la Guerra de Corea y la Guerra de Vietnam. El apoyo militar de China sobre cualquier nación representaba en ese momento una valiosa estrategia diplomática de reconocimiento sobre un gobierno que buscaba su legitimidad ante Taiwán.

    El 25 de octubre de 1971 se dio lugar a la votación en la Asamblea General de la ONU para dar solución al conflicto entre China y Taiwán por el puesto como miembro permanente del Consejo de Seguridad de esta organización. La votación dio como resultado 76 votos a favor del reconocimiento de China (contra 35 votos en contra y 17 abstenciones). En cuanto a Latinoamérica, Cuba, México, Ecuador, Perú y Chile votaron a favor del reconocimiento de China, mientras que Panamá, Colombia y Argentina decidieron abstenerse. Es así, como para el año 2020 tan solo 15 países reconocen la soberanía única de Taiwán (9 de ellos, países latinoamericanos).

    Es así como América Latina y en específico América Central se ha convertido en un campo de batalla en el que Estados Unidos pretende mantener a la región como su principal esfera de influencia; Taiwán lucha por mantener sus últimos lazos diplomáticos no solo en la región sino en el mundo y; China busca posicionarse ante Estados Unidos, reducir al máximo los lazos diplomáticos de Taiwán y asegurar su abastecimiento de materias primas a través de diferentes tipos de créditos, el soft power y la diplomacia de chequera.

    La atracción de las inversiones y el desarrollo de la economía es el principal motivo que han justificado algunos de los más recientes países que han decidido cortar lazos diplomáticos con Taiwán. Es a eso a lo que China pretende llegar con su discurso y con su diplomacia de chequera o también conocida como “checkbook diplomacy”, promover inversiones a gran escala que hagan inevitable un acercamiento con China en detrimento de Taiwán. Sin embargo, la diplomacia de chequera es una estrategia también ampliamente conocida por Taiwán, que aunque con dificultades, no se ha visto dispuesta a perder a sus pocos socios comerciales en la región.

    Gran cantidad de proyectos y edificaciones construidas en países de América Central han sido principalmente financiados por Taiwán. Por ejemplo, en Nicaragua la construcción de la mitad de los edificios públicos ha sido financiada por Taiwán. Así mismo sucede en la edificación de grandes edificios en El Salvador y Costa Rica. Sin embargo, el efecto de la diplomacia de chequera de Taiwán es cada vez menos atractiva para los países de la región en comparación de los incentivos que puede ofrecer China.

    Aunque todo parece indicar que el reconocimiento de China como país soberano sobre Taiwán y que la efectividad de la política de “Una sola China” es ya un hecho ante la comunidad internacional, aún restan 15 países que conservan su apoyo al gobierno de Taipei. De estos 15 países, 5 se encuentran en América Latina (Haití, Nicaragua, Honduras, Guatemala y Paraguay), y aunque unos más vulnerables que otros, algunos de ellos aún muestran poca voluntad ante el establecimiento de relaciones diplomáticas con China.

    Guatemala es uno de los ejemplos más claros con respecto a aquellos gobiernos que aún aseguran firmemente su apoyo a la soberanía del gobierno taiwanés. Guatemala recibe millones de dólares anualmente por parte de Taiwán en proyectos de inversión en infraestructura vial y grandes edificios gubernamentales. Sumado a esto, la política exterior de Guatemala ha sido tradicionalmente muy estrecha con Estados Unidos, país que aunque tiene relaciones no oficiales e informales con Taiwán, cuenta con el apoyo indiscutible de Estados Unidos como estrategia geopolítica ante la inminente amenaza de China. Al ser esta la configuración de poderes en la región, Guatemala se convierte en uno de los más firmes socios diplomáticos de Taiwán en el mundo.

    Los restantes y actuales apoyos al gobierno de Taipei carecen de poder económico, tecnológico, político y militar. Precisamente por sus características es que estos países deben tomar provecho de la diplomacia de chequera en mención. Estos pequeños países son el actual campo de batalla entre dos potencias como lo son China y Taiwán que de manera conjunta pueden traer grandes beneficios a la región. El hecho de ser un pequeño conjunto de países representa una enorme oportunidad de atraer las enormes cantidades de inversión emitida por Taiwán y del contrapeso a las mismas que hace China.

    Aunque China asegura que no es necesario el rompimiento de lazos diplomáticos con Taiwán para poder comerciar, los grandes préstamos y proyectos de inversión se dirigen hacia un trato bilateral que reduce la participación taiwanesa. Por ejemplo, las tensiones en el Sistema de Integración Centroamericano (SICA) aumentan en cuanto a que actualmente 4 de sus 8 miembros reconocen el gobierno de Pekín. Sin embargo, los gobiernos de Nicaragua, Honduras y Guatemala cuentan con fuertes Tratados de Libre Comercio con Taiwán.

    Es precisamente en América Central y el Caribe donde Taiwán tiene mayor influencia y, por tanto, donde se centran los esfuerzos económicos de la China continental (…) pequeñas islas como Antigua y Barbuda, Barbados, Granada, Santa Lucía o Dominica se benefician de una lucha diplomática de forma totalmente inesperada. (Pisabarro, 2018).

    La diplomacia de chequera es un recurso que en este caso particular se puede apreciar desde diferentes perspectivas. Por un lado, China hace provecho de su enorme capacidad de influencia y de un discurso comercialmente convincente que brinda nuevas oportunidades a países de la región, a la vez que se posiciona ante Estados Unidos y garantiza más recursos en estos países para su explotación. Por el otro lado, Taiwán se esmera por medio de consensos comerciales por no perder el poco respaldo diplomático que aunque reducido, mientras lo tenga conservará su voz en su lucha ante diferentes instancias internacionales por sobrevivir.

    Los países de América Central y el Caribe pueden ser los más beneficiados de la situación en cuanto sepan administrar y guiar los préstamos y recursos dados por las partes en cuestión.

    Sin embargo, el amplío historial de estos países en cuanto a derroche, corrupción y pésima administración hacen que las enormes cantidades de inversión se conviertan en una peligrosa arma de doble filo que solo el tiempo determinará el efecto de su resultado.

    (Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de World Geostrategic Insights)

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