CRISTHIAN HUGO GUTIÉRREZ DE LA CRUZ 

    Sísifo, es sin lugar a dudas uno de los personajes más interesantes de la mitología griega, dotado de una aguda inteligencia y especial astucia le permitieron fácilmente acceder al poder y fortuna, la cual para su desgracia lo llevó a desafiar hasta a los mismos dioses, encontrando allí condena eterna.

    Según se cuenta en la antigua Corinto, fue testigo de como Zeus raptaba a una de las ninfas, pasado el tiempo, se le presenta Asopo dios de los ríos, y padre de la raptada, la cual al preguntar por ella, este le ofrece un trato, decirle quien era el raptor a cambio de una fuente inagotable de agua fresca para su pueblo, al enterarse Zeus que su delito había sido descubierto, entra en ira, y manda a la misma muerte, Tánatos, por su delator, es así como al presentarse la muerte ante Sísifo, este en vez de asustarse por su siniestro aspecto, la invita amablemente a comer y descansar, situación que es aprovechada para encerrarla en una celda, logrando con ello no sólo burlar el castigo del Olimpo, sino que también el obtener la inmortalidad, en la medida que Tánatos estaba encerrada, la muerte ya no era más.

    Al advertir esta situación, en donde la inteligencia suele vencer a la fuerza y el poder, el Olimpo decide castigarlo de la peor forma posible para un hombre de especial inteligencia, esto es, condenarlo a empujar una roca pesada hasta la cumbre de una montaña, solo para que una vez en la cima, esta volviera a caer, condenado a repetir esta tarea por la eternidad, pues según se dice, la repetición y el absurdo son lo único que apagar la luz de una inteligencia excepcional.

    Los Sísifos de la política

    La inmunidad parlamentaria o congresal es una figura constitucional que tiene sustento en la teoría política de Montesquieu, siendo que el poder tiende a expandirse, la mejor forma de controlarlo, es por medio del propio poder, así ante los posibles ejercicios abusivos del soberano, el parlamento mediando control político, sirve de mecanismo de balance entre Legislativo-Ejecutivo, y para evitar cualquier venganza o chantaje del gobernante, como incriminar al parlamentario encargado de dicha tarea, en la comisión de un ilícito o delito, la inmunidad sirve como paraguas legal, dotando de mayor libertad e independencia al Congreso en el ejercicio del control político.

    No obstante, muchos parlamentarios, al igual que Sísifo, han utilizado dicha prerrogativa como instrumento indebido y espurio para librarse de diversos procesos penales instaurados en su contra, desnaturalizando dicha institución, generando así la ira en el soberano (la opinión pública) y deslegitimando un mecanismo que fue creado con propósitos de dotar de mayor libertad en el ejercicio del control del poder (1), tanto así que diversos parlamentos, están iniciando mecanismos de reforma constitucional para suprimir dicha figura en sus códigos políticos o cartas magnas, así como de transferir este proceso de levantamiento de inmunidad a otro poder, como lo sería el Poder Judicial, mediando la Corte Suprema, ante toda esta situación, nos debemos preguntar al margen de lo evidente popular de la medida si ¿la eliminación de la inmunidad parlamentaria fortalecerá el sistema democrático o por el contrario, terminará por destruir la poca institucionalidad que aún nos queda?.

    Para responder tal interrogante debemos recordar que la inmunidad parlamentaria es una figura jurídica-política proveniente del commow law que se encuentra en la mayoría de las democracias latinoamericanas, las cuales tienen como característica en común, que los congresistas (en parlamentos unicamerales) y diputados y senadores (en parlamentos bicamerales) no puedan ser procesados por la justicia, sin previa autorización del Pleno del Congreso (2), es así que cuando fue pensada hace unos IX siglos, era práctica común que cuando los parlamentarios se oponían a los intereses del soberano, este no encontrara mejor forma para intimidarlos que incriminarlos en la comisión de un delito, así la inmunidad parlamentaria guarda relación directamente proporcional con el principio de legalidad, pues para que la justicia (penal) recaiga sobre los parlamentarios, tendría que pasar el filtro del Pleno del Congreso, la cual analizaría si el delito que se acusaba tenía matices políticos, dotando con ello de mayor libertad en el ejercicio de las funciones congresales; no obstante, siendo que esta figura constitucional ha sido utilizada por congresistas como un paraguas para la impunidad de sus fechorías, el legislador suele optar por lo más fácil y popular (3), esto es eliminar dicha institución, ¿pero acaso eso es lo mejor?.

    A modo de respuesta

    Una democracia consolidada se caracteriza por la fuerza de sus instituciones, que no es más que la confianza que tiene la población sobre los organismos de gobierno público, llámese Gobierno, Parlamento, Judicatura u demás organismos constitucionalmente autónomos, pero a ello debemos agregar, que esta confianza diferencia entre institución de gobierno y gobernante, esto es, uno puede seguir confiando en el parlamento y la judicatura como instituciones, a pesar que existan congresistas o jueces que no brinden las más mínima de las seguridades, debido a que la inteligencia aconseja, que si bien los puestos y cargos son pasajeros (como la de juez, legislador o gobernante), las instituciones tienen vocación de perpetuidad (4).

    En ese orden de ideas, eliminar la inmunidad parlamentaria o derivar el procedimiento de levantamiento, no fortalece el parlamento, sino por el contrario lo deslegitima, al limitar que los buenos (pero pocos) parlamentarios que realizan control político contra un Ejecutivo cada vez más empoderado, pierdan uno de los pocos escudos que se tiene contra el poder, de tal forma, al igual que el castigo de Sísifo, el parlamento con esta clase de medidas, lo único que hace es empujar la opinión pública hasta la cima, con medidas populistas carentes de los principios más básicos de ingeniería constitucional, para que una vez logrado este propósito, al igual que en el mito, esta caiga rodando en picada hasta el fondo (de la aprobación popular), cuando en realidad el problema no radica en tener o no tener inmunidad, sino en que los representantes a los cuales se escoja, no requieran hacer uso de esta, por ello la verdadera reforma no radica en la eliminación de la inmunidad, pues ello debilita la institucionalidad parlamentaria y un debido control político, sino, la reforma radica en dotar de mayores y mejores mecanismos de selección de autoridades, de lo contrario, como Sísifo estaríamos condenados a empujar reformas constitucionales absurdas, que lo único que ocasionan es el debilitamiento de un Poder del Estado, y por contraintuitivo que parezca, promueve la impunidad.

    CRISTHIAN HUGO GUTIÉRREZ DE LA CRUZ
    CRISTHIAN HUGO GUTIÉRREZ DE LA CRUZ

    AUTHOR: CRISTHIAN HUGO GUTIÉRREZ DE LA CRUZ (Bachiller en ciencia política por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima -Perú), Licenciado en ciencia política por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima – Perú), Maestro en gestión de políticas públicas por la Universidad Nacional Federico Villarreal (Lima – Perú), Candidato a doctor en filosofía en la especialidad de filosofía política – ética por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima – Perú), Especialista en derechos humanos y políticas públicas)

    (Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de World Geostrategic Insights)

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