Nikola Mikovic

    Los medios de comunicación de todo el mundo tienden a retratar a Rusia como un poderoso estado soberano, mientras que el Kremlin presiona fuertemente por la autosuficiencia del país. Los críticos, sin embargo, afirman que la Federación de Rusia es una colonia moderna de las potencias occidentales y depende en gran medida de Occidente. ¿Cuál es la posición real de Moscú en el escenario mundial?

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    Se estima que al comienzo del reinado del zar Nicolás II, el último emperador ruso, las corporaciones extranjeras controlaban entre el 20 y el 30 por ciento del capital de Rusia. En 1913 controlaban entre el 60 y el 70 por ciento, y en septiembre de 1917, entre el 90 y el 95 por ciento del capital ruso estaba en manos de empresas extranjeras.

    Durante la era soviética, era el gobierno el que controlaba la economía. Después de la desintegración de la Unión Soviética en 1991, la mayor parte de la capital rusa terminó en los bolsillos de los poderosos oligarcas. Muchos de ellos están vinculados con potencias occidentales y mantienen sus activos en bancos occidentales o en el extranjero.

    Se estima que la cantidad total de fondos que los ciudadanos rusos tienen en las sucursales británicas, en las Islas Vírgenes y Caimán, es de 34 mil millones de libras (47 mil millones de dólares estadounidenses). Esta información fue publicada en 2018 por el semanario británico The Sunday Times con referencia a los materiales de la organización no gubernamental internacional Global Witness, que lucha contra la corrupción y los delitos ambientales en países exportadores de recursos naturales. Por tanto, no es casualidad que determinados países occidentales amenacen periódicamente con congelar los activos de los oligarcas rusos. Sus amenazas pueden interpretarse como una presión sobre el Kremlin, dado que muchos oligarcas todavía están conectados con las autoridades rusas.

    Por ahora, las potencias occidentales se abstienen de imponer duras sanciones a Rusia, aunque las relaciones entre Moscú, por un lado, y Washington y Bruselas, por otro, podrían describirse como una nueva Guerra Fría. A pesar de eso, Moscú sigue dependiendo de los bienes y la tecnología occidentales. Dos empresas occidentales, Aviagen Brands y Cobb-Vantress, controlan el 90 por ciento del mercado de pollos en Rusia. Vale la pena señalar que debido a la terminación de los huevos para incubar de los Países Bajos, Rusia enfrentó recientemente una escasez de carne de pollo. Tal acción podría explicarse como otra evidencia de la dependencia de Rusia de Occidente.

    Además, se informó que Moscú entregó turbinas fabricadas por Siemens a Crimea en 2017 para ser utilizadas en la construcción de dos centrales eléctricas en la península en disputa. La firma rusa ZAO Interautomatika, 43 por ciento de la cual, según los registros públicos, es propiedad de Siemens, ha sido contratada para ayudar a instalar turbinas eléctricas en Crimea, lo que supuestamente causó ira en Alemania. Además, a pesar de que el Kremlin refuerza el control sobre los gigantes de las redes sociales estadounidenses, es bastante discutible si Rusia tiene fabricantes competitivos de software, tecnologías de TI, equipos informáticos, así como la infraestructura para la producción de comunicaciones móviles. Según los informes, casi el 30 por ciento de todas las tecnologías avanzadas utilizadas en la producción en la Federación de Rusia se compran en el extranjero.

    La propia estructura de la economía rusa sugiere que el país depende en gran medida de los consumidores de las materias primas rusas. Al mismo tiempo, los precios de las materias primas suministradas en el extranjero, principalmente petróleo y gas natural, no son fijados por Rusia, sino por los países consumidores o «el mercado mundial».

    La exportación de energía de Rusia depende también de los países de tránsito, lo que crea serios problemas para los ambiciosos proyectos geopolíticos del Kremlin. La propia política energética de la Federación de Rusia ilustra a la perfección los fuertes vínculos de Moscú con determinadas estructuras occidentales. Karin Kneissl, ex ministra de Relaciones Exteriores de Austria, ha sido nominada recientemente para un puesto en la junta directiva del gigante petrolero Rosneft. Rosneft, la principal empresa petrolera de Rusia, es la tercera empresa más grande de Rusia y la segunda empresa controlada por el estado después de Gazprom en términos de ingresos. Además de Kneissl, otro funcionario de Rosneft es el ex canciller alemán Gerhard Schroeder, cuyo padre murió en la Segunda Guerra Mundial luchando contra el Ejército Rojo. Schroeder también es presidente del comité de accionistas de Nord Stream AG, un consorcio liderado por Gazprom establecido para construir un gasoducto que transporta gas natural ruso a través del Mar Báltico. Por otro lado, Oleg Viyugin, miembro del Consejo de Administración de Rosneft, fue Asesor Principal para Rusia y la Comunidad de Estados Independientes del Morgan Stanley Bank, que es otro ejemplo más de los lazos comerciales ruso-occidentales.

    Sin embargo, algunos economistas rusos afirman que Moscú se está comportando como una colonia moderna. Andrei Bunich, presidente de la Unión de Empresarios y Arrendatarios de Rusia, sostiene que Rusia tiene una “economía extraterritorial” y que su política económica exterior está dictada por los intereses de las grandes instituciones financieras privadas. De hecho, las reformas en Rusia a principios de la década de 1990 comenzaron con la liberación de precios y la apertura del mercado nacional para la importación de bienes. Las tiendas rusas se llenaron instantáneamente con una variedad de productos y, desde ese momento, el concepto de una economía abierta en Rusia nunca ha sido cuestionado.

    “Occidente comenzó a dictarnos todo, e incluso a determinar los parámetros de las decisiones clave del gobierno ruso, incluida la tasa del Banco Central, así como los principales parámetros del presupuesto federal”, escribió el analista ruso Vladimir Lepekhin en 2015.

    En 2014, el presidente ruso Vladimir Putin dijo que atraer inversión privada a Rusia debería ser una bendición para la economía, no un problema. En otras palabras, apoyó abiertamente el concepto de economía abierta. Ahora que el país se ha enfrentado a las sanciones occidentales, el Kremlin tendrá que encontrar una forma de diversificar las importaciones del país.

    Autor: Nikola Mikovic (Periodista, investigador y analista radicado en Serbia. Cubre principalmente la política exterior de Rusia, Bielorrusia y Ucrania)

    (Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen únicamente al autor y no reflejan necesariamente las opiniones de World Geostrategic Insights).

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