FEDERICO PINZÓN ARANA: (Profesional en Relaciones Internacionales y Asuntos Exteriores)

    Estados Unidos implementa estrategias en materia de seguridad y defensa en contra del terrorismo y el narcotráfico en diversas partes del mundo, haciendo especial énfasis en países localizados en Latinoamérica, su esfera de influencia.

    Desde antes de la administración de George W. Bush (2001-2009) hasta la “era Trump”, los líderes norteamericanos han identificado a Colombia como un foco esencial del narcoterrorismo, motivo por el cual han firmado acuerdos e implementado una serie de estrategias con el gobierno colombiano. El 28 de mayo de 2020, el Comando Sur de los Estados Unidos (SOUTHCOM) desplegó sus fuerzas en Colombia, con el objetivo de contribuir a la lucha contra el narcotráfico en un contexto coyuntural de cooperación técnica de naturaleza militar entre ambas naciones.

    Tal estrategia se enfoca en fomentar los lazos militares para que los estadounidenses sirvan como apoyo a Colombia en su lucha contra los Grupos Armados Organizados que impulsan sus actividades criminales por medio de la siembra de los cultivos ilícitos.

    Entre los principales objetivos de los estadounidenses se encuentran esencialmente el poder reforzar los espacios técnicos en donde las autoridades colombianas carecen de medios militares y tecnológicos, y adicionalmente se busca fortalecer la presencia militar en departamentos muy damnificados por el conflicto armado como Arauca, Bajo Cauca, Córdoba, Norte de Santander y Nariño (El País, 2020).

    De la misma manera, el comandante de las Fuerzas Armadas de Colombia, Luis Fernando Navarro; afirma que los militares estadounidenses se quedarán en Colombia hasta septiembre (2020) para mejorar y fortalecer las operaciones conjuntas contra el narcotráfico. Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones de los estadounidenses en Colombia, hay muchos líderes latinoamericanos que no consideran conveniente la presencia militar norteamericana, pues desde hace años los estadounidenses tienen fuertes fricciones con algunos jefes regionales (El País, 2020).

    Académicos y estrategas en temas de seguridad nacional afirman que, la presencia estadounidense obedece a una política de “seguridad antinarcóticos” que se impulsa en Colombia desde la implementación del Plan Colombia (PC). “El Plan Colombia es un acuerdo bilateral que fue suscrito entre los gobiernos de Colombia y Estados Unidos en 1999 durante las administraciones del presidente colombiano Andrés Pastrana y el estadounidense, Bill Clinton, con tres objetivos específicos: generar una revitalización social y económica, terminar el conflicto armado en Colombia y crear una estrategia antinarcóticos” (Telesur, 2016, párr. 2).

    El programa además impulsó la modernización de 300 instalaciones militares en Colombia junto con la ayuda financiera de 100 millones de dólares para salvaguardar los sectores y servicios militares menos desarrollados (Telesur, 2016). Asimismo, en el marco del Plan Colombia, los estadounidenses lograron instalarse en siete bases desplegadas a lo largo y ancho del territorio colombiano, realizando múltiples misiones de inteligencia, sabotaje y espionaje contra los principales grupos armados (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC-EP- y el Ejército de Liberación Nacional –ELN-).

    En la esfera geopolítica latinoamericana, la presencia de los norteamericanos en Colombia ha generado una gran preocupación para ciertos mandatarios, pues las constantes fricciones entre Colombia y Venezuela aumentan. Dado que, los venezolanos interpretan que con los estadounidenses en Suramérica se planea algún tipo de operación desde Colombia en contra Nicolás Maduro y otros miembros del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) (InSight Crime, 2020).

    Asimismo, con el apoyo de sus asesores, Donald Trump, estableció que Nicolás Maduro mantiene fuertes vínculos con los grupos armados organizados provenientes de Colombia, motivo por el cual el presidente venezolano se ha convertido en un objetivo político crucial para los estadounidenses. De hecho, diversos tanques de pensamiento, equipos periodísticos y demás medios que están al tanto de la coyuntura internacional afirman que, desde hace meses los estadounidenses vienen planeado una serie de operaciones militares para hacerle frente al régimen de N. Maduro.

    Adicionalmente, hoy Venezuela se entiende como un “foco” importante en materia de política internacional en América Latina y el Caribe, puesto que los problemas socioeconómicos en Venezuela  han generado unas oleadas migratorias de grandes proporciones (más de 4 millones de migrantes) lo cual afecta directamente la seguridad de los países adyacentes a Venezuela (Brasil, Colombia,  Ecuador, Perú, etc.), perjudicando especialmente a activos geopolíticos trascendentales como las fronteras y a las ciudades más cercanas a los límites (InSight Crime, 2020).

    En el caso geopolítico de Venezuela, no cabe duda que, la presencia estadounidense en un país inmediatamente próximo como Colombia representa una presión (o alto riesgo) desde el punto de vista político-militar. Por otra parte, al desplegar las tropas, los jefes norteamericanos no mencionaron que sus soldados tendrían algún plan para hacerle frente a los fenómenos migratorios. Si bien, los estadounidenses están en departamentos fronterizos como Arauca, Nariño y Norte de Santander, estos no tienen el objetivo de solucionar los problemas de seguridad migratoria que Colombia posee. Empero, la alianza entre estadounidenses y fuerzas colombianas si pueden interceptar a los grupos criminales que operan tanto en Colombia como en Venezuela, los cuales se encargan de la minería ilegal, tráfico de personas, narcotráfico y demás crímenes.

    De acuerdo con el Ministro de Defensa colombiano, Carlos H. Trujillo; “el ELN estaría ingresando oro extraído ilícitamente en los estados de Bolívar, Apura y Amazonas en Venezuela. Y se apoya en esos recursos para financiar sus acciones violentas en Colombia” (Redmas, 2020). Por otro lado, alejándose del contexto que envuelve a Colombia y a Venezuela, otro actor que se vería afectado por la presencia estadounidense sería Nicaragua, pues desde hace años Colombia tiene serias fricciones políticas con este país centroamericano debido a las discusiones diplomáticas que hay por las aguas y el terreno que compromete al archipiélago de San Andrés y Providencia en el caribe, el cual le pertenece a Colombia pero geográficamente es más cercano a Nicaragua.

    Asimismo, Nicaragua es un aliado político y militar tanto de Cuba como de Venezuela (y de Rusia), motivo por el cual Nicaragua también representa un foco de enemistad política para EEUU. Sin embargo, aunque hoy en día las fricciones políticas y militares entre Nicaragua y Colombia se mantienen en un tercer plano, es válido mencionar que Colombia podría hacer uso de su cercanía militar con EEUU para construir una estrategia disuasiva en contra de Nicaragua.

    Finalmente, es trascendental aclarar que, los verdaderos perjudicados a nivel geopolítico con la presencia de las tropas de EEUU en Colombia nos son los Estados, son los agentes no estatales y/o grupos armados organizados que utilizan a Colombia como base o punto clave en su ruta de abastecimiento y producción de estupefacientes.

    Es claro, que la presencia norteamericana genera un alto grado de presión en ciertos gobiernos (como el venezolano), pero los principales afectados son las organizaciones que llevan a cabo actividades criminales de naturaleza transnacional, pues Colombia juega un papel de “puente” entre los países latinoamericanos, convirtiéndolo en un punto geoestratégico para conectar nodos criminales que se encargan de transportar mercancías y “mover” dineros provenientes de actividades ilícitas.

    Se espera que para el corto y mediano plazo las autoridades colombianas muestren resultados positivos en materia de seguridad, sin embargo, varios analistas concluyen que 4 meses es un periodo muy corto para darle golpes de proporciones regionales al narcotráfico.

    Autor: FEDERICO PINZÓN ARANA (Profesional en Relaciones Internacionales y Asuntos Exteriores de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogota y Magister en Seguridad & Defensa Nacionales del Ejército Nacional de Colombia. Con experiencia en investigación en temas de seguridad, defensa, política exterior y conflictos armados contemporáneos en la Escuela Superior de Guerra del Ejercito de Colombia y en la Fundación de estudios sobre crimen organizado, InSight Crime). 

    (Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de World Geostrategic Insights)

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