Luego de 8 años de continuos e intensos combates, pugnas de poder e intereses internacionales que arrastraron a EEUU, Rusia, China, Turquía, Irán, Israel, Irak y otros países de la región hacia la guerra, el conflicto sirio parece  estar –por primera vez- llegando a su fin.

    El estancamiento de las conversaciones de paz y la frustración de los proxies rebeldes están produciendo una lenta pero constante capitulación ante el victorioso régimen de Bashar Al-Assad respaldado por la Federación Rusa.

    La llegada de Trump al poder implicó un cambio drástico en la estrategia de EEUU que había sido impulsada por Obama (o más realistamente, por Hillary Clinton desde la Secretaria de Estado). Los EEUU dejaron de apoyar y financiar abiertamente a los “rebeldes sirios” ante la abrumadora evidencia de que la mayoría de los grupos opositores al régimen de Assad eran realmente yihadistas y colaboradores del terrorismo internacional. En otras palabras, Trump le cedió el paso a la victoria de Assad ya que es menos costoso para los intereses de EEUU mantener a un “dictador” en el poder que arriesgarse a que Siria (vecina de Israel y corazón del cercano oriente) se convierta en una nueva Afganistán tras el triunfo de los rebeldes.

     ¿Qué cambió?

    El fin –indirecto- del apoyo de los EEUU y de los países del Golfo Árabe (que estaban interesados en derrocar a Assad, el principal aliado Irán) implicó un colapso militar inmediato de todos los grupos rebeldes. El gobierno de Assad respaldado militarmente por el ejército ruso, la Guardia Revolucionaria de Irán y la milicia libanesa Hezbollah lograron reconquistar de forma relativamente rápida en casi la totalidad de las provincias de la República Árabe de Siria.

    El colapso militar rebelde obligó a la oposición a sentarse en mesas de diálogo y negociación desde hace dos años, mientras el régimen sirio y sus aliados continúan avanzando y ejerciendo presión en la Provincia de Idlib, considerada como el último bastión de resistencia rebelde contra  el presidente Assad.

    Los rebeldes acorralados en Idlib no cuentan con ningún apoyo externo considerable ni ninguna estrategia militar para contraatacar al ejército sirio. El estancamiento de las negociaciones están produciendo un conjunto de rendiciones por parte de la insurgencia fracturada.

    Es poco probable que exista una salida diplomática y negociada en la Guerra Civil Siria debido a la falta de confianza existente entre ambos bandos y a la radicalización de las posturas del gobierno y de la oposición. El régimen sirio acusa continuamente (muchas veces con razón) a los rebeldes de ser terroristas, mientras que la oposición se enfrasca en la salida absoluta de Assad, y no se conforma con otras concesiones.

    Es importante destacar que Assad es importante como hombre: El régimen sirio y la propaganda rusa lo han convertido en una figura de resistencia regional ante el imperialismo. La continuación del régimen para Siria, Irán y Rusia con cualquier otra cara en el Poder Ejecutivo no tendría ningún sentido y seria percibido como una derrota. Por lo tanto, al no existir la posibilidad inmediata de una salida negociada, la victoria de facto  de Rusia y sus aliados parece ser el final más evidente para el conflicto sirio

     El triunfo de Rusia y la reconfiguración de poder en el Medio Oriente

    La Guerra Civil Siria es considerada uno de los conflictos mas complejos en la historia de la humanidad. La superposición de muchos intereses económicos, políticos y religiosos arrastraron –directa e indirectamente- hacia la guerra a la mayoría de las potencias regionales y mundiales.

    Rusia es una de las principales ganadoras del conflicto en todos los frentes, y con un daño muy limitado. Los rusos apoyaron a sus aliados árabes a “resistir” contra los grupos apoyados por los EEUU de Obama. De esa manera, los rusos se proyectan a si mismos como una potencia capaz de brindar “protección” contra el “imperialismo de EEUU”. Además, la permanencia de Assad en el poder le garantiza a los rusos un bastión militar en el Cercano Oriente y la operatividad de las ya existentes bases navales en las costas del mediterráneo sirio por al menos los próximos 15 años. Desde el punto de vista económico, los rusos –al igual que los chinos y los iraníes- sin duda tendrán una buena participación en la reconstrucción de Siria.

    El triunfo de Assad es también un gran alivio para Irán, pues la continuidad del régimen sirio permite la conexión cómoda y directa de los iraníes con la milicia libanesa Hezbollah y la continuidad de lo que ellos consideran como la lucha contra el sionismo internacional.

    Otro factor a considerar es la nueva amenaza que se cierne sobre el Estado de Israel. A lo largo de los últimos años, el grupo militar Hezbollah estuvo expuesto a importantes batallas y combates reales en Siria lo que le da al grupo una invaluable experiencia que sin duda van a aprovechar para implementar en los combates al sur de la frontera libanesa.

    La victoria de Assad representa un golpe político muy fuerte para Occidente. Los mismos países europeos que hace pocos meses proliferaban en todos los medios que el fin del régimen de Assad está cerca, ahora buscan por todos los medios un acercamiento con Rusia y el régimen para intentar salvaguardar sus intereses en la región. El propio presidente Erdogan de Turquía se ha opuesto a la postura de la Unión Europea y se ha alineado de forma lenta pero constante a los intereses de Rusia para negociar la permanencia de las tropas turcas al norte de Siria y así poder frenar el avance de las milicias kurdas.

    Por su parte, el evidente fracaso de los planes de EEUU  ocasionará que algunos sectores de la región ahora vean una esperanza real en Rusia e Irán para “resistir” los avances del sionismo e imperialismo internacional.

    El gran perdedor de todo este conflicto geopolítico y guerra de proxies ha sido el pueblo sirio, quienes ahora deberán sanar sus heridas físicas y emocionales para volver a levantar el Estado de Derecho, la gobernabilidad, la vialidad, el sistema de salud, el sistema de educación, la agricultura y la industria del país que han quedado destrozadas casi en su totalidad.  El fin del conflicto también representará un gran alivio para los países europeos ya que la mayoría de los refugiados han manifestado públicamente su deseo de regresar a su patria.

    Imagen: Mikhail Klimentyev/AP

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