Un perspicaz libro de Giancarlo Elia Valori, que publica la editorial Rubbettino, útil para comprender el origen y la probable evolución de los acontecimientos internacionales más importantes de nuestro tiempo, así como las oportunidades y retos que plantean la inteligencia artificial, la carrera espacial y otras innovaciones tecnológicas.

    El libro, dividido en cinco amplios capítulos, analiza con maestría todas las grandes cuestiones que influyen en el panorama mundial actual. El autor, Giancarlo Elia Valori, es Honorable de l’Académie des Sciences de l’Institut de France, Profesor Honorario de la Universidad de Pekín, Presidente del International World Group y de Global Strategic Business. El libro cuenta con dos distinguidos prólogos: uno de Lamberto Dini, ex Primer Ministro italiano, y otro de Oliviero Diliberto, ex Ministro de Justicia italiano, Jurista y Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad La Sapienza de Roma.

    1) ESCENARIOS GEOPOLÍTICOS

    La guerra ruso-ucraniana

    El primer capítulo se centra en los escenarios geopolíticos relativos a la guerra ruso-ucraniana, África y el nuevo orden mundial entre Washington y Pekín, Europa, Occidente y la Unión Europea, Irán, el estatus y el papel de los países BRICS en la gobernanza mundial, la redención de los países en desarrollo mediante el diálogo mundial y la Geopolítica de los Estrechos y del Petróleo.

    En referencia a la guerra ruso-ucraniana, Giancarlo Elia Valori se detiene en los orígenes del conflicto en 2010-2014, las implicaciones geopolíticas de la guerra, el papel torpe de la Unión Europea y el Holocausto judío en Ucrania.

    Tanto Bruselas como Moscú consideran a Ucrania un elemento importante de sus proyectos geopolíticos, y la crisis ucraniana estuvo precedida por una competición entre la Unión Europea y Rusia por la orientación geoeconómica de Ucrania. A finales de febrero de 2014, sin embargo, Ucrania «giró» demasiado fuerte y bruscamente hacia Occidente y perdió el equilibrio estratégico que la había sostenido durante casi un cuarto de siglo. Rusia consideró una traición el apoyo occidental al cambio de régimen en Kiev y actuó en defensa de sus intereses vitales: impedir que Ucrania entrara en la OTAN y, en el mejor de los casos, reorientarla a favor del proyecto de integración euroasiática, cuyo elemento clave es la reunificación del llamado mundo ruso, mientras que Occidente consideró la reacción de Rusia como una agresión de una superpotencia contra un Estado vecino.

    Además, el autor sostiene que, desde el punto de vista de Rusia, Ucrania ha sido durante veinte años un socio débil, frágil y a menudo poco fiable, que incluso ha creado problemas para el tránsito de productos del gigante energético ruso Gazprom hacia Europa. Además, Ucrania ha empezado a transformarse con el tiempo en un Estado dirigido por una coalición de élites prooccidentales y nacionalistas antifascistas y antisemitas antirrusos. Este cambio, según el Kremlin, estaba cargado de dos amenazas: la opresión de la lengua, la cultura y la identidad rusas en Ucrania y la pertenencia del país a la OTAN. De ahí la decisión de reaccionar.

    Giancarlo Elia Valori señala que la crisis ucraniana ha abierto un periodo de rivalidad ruso-estadounidense, incluso de enfrentamiento, que recuerda al Gran Juego del siglo XIX, la lucha por la supremacía entre los imperios ruso y británico.

    La guerra de Ucrania ha cambiado el statu quo anterior a la Guerra Fría y ha abierto un periodo de rivalidad y enfrentamiento entre Rusia y Occidente difícil de conciliar. Sin embargo, según el autor, la crisis ucraniana está cargada de consecuencias globales, pero en sí misma no tiene un significado central para el sistema internacional ni se convierte en un principio organizador de la política mundial y de la política exterior de los principales actores globales.

    El autor también se detiene -basándose en sus propias memorias y en fuentes israelíes- en la sangrienta historia del exterminio de judíos en Ucrania y en el profundo antisemitismo arraigado en este país, desde los ucranianos de la Edad Media hasta los actuales adoradores de las SS ucranianas. El autor recuerda cuántos ucranianos se ofrecieron voluntarios a los nazis para exterminar a los judíos, citando la masacre del desfiladero de Babi Yar, donde unos 50.000 judíos fueron asesinados por colaboradores ucranianos al servicio del Tercer Reich nazi. En la actualidad, 900.000 víctimas del Holocausto siguen esperando justicia en Ucrania, que nunca llevó a cabo una sola investigación de los criminales de guerra nazis locales.

    África y el nuevo orden mundial entre Washington y Pekín

    En referencia a África y el nuevo orden mundial entre Washington y Pekín, el autor señala cómo Estados Unidos de América no consigue fortalecer las relaciones con África fomentando sentimientos antichinos, como ocurre en el seno de las clases políticas europeas, consideradas por el autor como amorfas tras la Casa Blanca. La retórica antichina ha condicionado durante mucho tiempo la política exterior de los Estados Unidos de América, culminando con la aprobación por el Congreso en Washington de la Ley de Competencia China, que es esencialmente un esfuerzo por contrarrestar la creciente importancia de Pekín en los asuntos mundiales, incluidos los africanos. Así pues, la administración estadounidense parece más preocupada por socavar la creciente influencia de la República Popular China en África que por promover los intereses africanos.

    Por el contrario, según el autor, China y África llevan mucho tiempo forjando una sólida asociación, que aporta beneficios tangibles al continente africano que no pueden borrarse con una retórica trillada sobre la amenaza china. La República Popular China es ahora un actor importante para la recuperación económica y el crecimiento de África, incluso en el comercio, la inversión, las finanzas y el desarrollo social.

    Europa, Occidente y la Unión Europea

    En cuanto al continente europeo, el autor también profundiza en cuestiones relacionadas con la desintegración de Yugoslavia, con su reguero de guerras sangrientas, y las peligrosas tensiones que aún persisten. En particular, se detiene en Serbia, que, según el autor, es un elemento molesto y embarazoso que la Unión Europea debe dejar de lado. Paradójicamente, sin embargo, los dirigentes serbios apoyan conscientemente iniciativas concretas para integrarse en la Unión Europea. Pero no se puede descartar una situación extremadamente insidiosa, señala el autor, si un intento bastante sincero de integración europea por parte serbia se ve frustrado por un veto croata (u otro) y estimula el crecimiento del euroescepticismo en el país.

    Giancarlo Elia Valori hace una interesante distinción entre el concepto de occidentalización, tal y como se entiende hoy, en comparación con el Occidente histórico. Ahora, según el autor, «occidentalización» significa sólo la exaltación de la tecnocracia, los mercados y el comercio en el sentido liberal-burgués del término, la anulación del concepto de política independiente con la homogeneización de los Partidos a un pensamiento único.

    Los Partidos ya no se distinguen por su carga ideológica sino por el poder mediático de los líderes, con la aniquilación de cualquier valor metafísico ligado a ideales políticos, religiosos, nacionales, humanitarios. Los hombres y los acontecimientos son valorados sólo como funcionales al beneficio económico, al dinero, a la ganancia de unos pocos sobre una masa amorfa, carente de sentimientos y homogeneizada al sistema capitalista de producción.

    El autor explica también el proceso que propició la aparición del actual concepto de occidentalización. Después de la Segunda Guerra Mundial, el hemisferio occidental se ha convertido en una estructura espacial amorfa, exactamente igual a las que los europeos habían acordado al repartirse las tierras durante la época colonial. De colonialistas, los europeos pasaron a ser colonizados, con una única frontera que separaba los países controlados por la OTAN de otros controlados por el Pacto de Varsovia. El Occidente europeo se puso bajo la protección de Estados Unidos, que se comprometió a defenderlo de los «malos», teniendo a cambio el control de los mercados, del sistema de producción y de las políticas internas.

    En esencia, el Nuevo Occidente, es decir, Estados Unidos de América, había desarraigado a Europa -el Viejo Occidente- de su ubicación metafísico-histórica, eliminándola como centro del mundo. Occidente, con todo lo que el concepto implica moral, civil y políticamente, no fue eliminado ni aniquilado, ni siquiera destronado, sino simplemente desplazado, creando la «occidentalización», que, sin embargo, no tiene nada que ver con Occidente y sus tradiciones espirituales e históricas.

    A la pregunta de si la Unión Europea logrará convertirse en un continente federado según el modelo estadounidense, el autor responde que ¡no! El modelo estadounidense nació de un proyecto unitario de colonias sometidas a una madre patria, Inglaterra. La experiencia estadounidense comenzó sin una historia propia a sus espaldas. Europa, en cambio, tiene una Historia Común basada en el derecho romano y el cristianismo. A partir de ahí surgieron historias ultramilenarias que dieron lugar a tantas naciones, con rivalidades y odios, casi tantas como los actuales Estados europeos.

    Mientras la llamada Unión Europea no tenga independencia militar y esté bajo los dictados de políticas exteriores de terceros, y sus propias cúpulas autorreferenciales no sean elegidas por los pueblos, dice el autor, el papel que pueda jugar en los futuros acuerdos geopolíticos será nulo, al tiempo que sus propios comerciantes de armas se enriquecerán.

    Política, económica y militarmente, el continente europeo ha vuelto a dividirse: Rusia en el este, la OTAN y la UE en el oeste con Ucrania como objetivo, y los países intermedios -Bielorrusia, Moldavia y los Estados del Cáucaso- se han convertido en una zona de conflicto potencial. Una guerra entre las grandes potencias de Europa, que parecía haber quedado en las páginas de los libros de historia, ha vuelto a ser, aunque improbable (por cuestiones atómicas), posible. Mientras tanto, el equivalente a la acción militar han sido las sanciones económicas y la guerra de información que ha cerrado el círculo.

    El brusco giro en las relaciones entre Rusia y Occidente se produjo tras veinticinco años de lentos esfuerzos por ambas partes para construir una relación integradora. Pero a pesar de los esfuerzos del último jefe del Partido Comunista de la Unión Soviética y de los tres primeros presidentes rusos, los dirigentes occidentales nunca mostraron un interés real en la integración rusa. Tenían razones para evitarlo.

    Rusia es demasiado grande para semejante empresa, especialmente en términos de la cantidad de ayuda económica necesaria para acercarla al nivel de Europa Occidental, y a pesar de la pérdida de su estatus de superpotencia, es demasiado independiente.

    Además, Rusia posee un enorme arsenal nuclear y una élite que piensa en términos de gran potencia, y lucha por la igualdad con Estados Unidos de América. Para Washington, Rusia sería un aliado demasiado obstinado e incómodo. Por último, Occidente no tiene ninguna amenaza externa que exija a Rusia unirse al sistema de alianzas liderado por Estados Unidos, ya que se creía que la amenaza procedía de la propia Rusia, incluso antes de la guerra entre Ucrania y Rusia.

    En lugar de integrar a Rusia en su sistema de estructuras internacionales, Occidente trató de orientarla para que creara aquellas instituciones políticas, económicas y sociales que la acercaran a Occidente en términos de cualidades competitivas. Los gobiernos occidentales apoyaron en Rusia programas orientados al mercado, con la esperanza de que pronto pasara a formar parte de una sociedad subyugada a la globalización heterodirigida.

    El autor sostiene que no ha habido ningún intento de aislar a Rusia por parte de Occidente. Sin embargo, al mismo tiempo, se ha descartado el reconocimiento de Rusia como socio igualitario de los Estados Unidos de América y, en palabras del autor, de su «vagón de la UE». En Occidente, la Federación Rusa es -¡de hecho! – era vista como un actor internacional menor cuya influencia e importancia estaban menguando. No se trataba de conceder a Rusia privilegios especiales en forma de esfera de influencia, especialmente sobre los Estados que formaban parte de la antigua Unión Soviética.

    En esencia, se ofreció a Rusia convertirse en un socio menor y de menor importancia de los Estados Unidos de América, la UE y la OTAN.

    Rusia, por su parte, veía la expansión de la OTAN como una violación de las obligaciones de Occidente, mientras que los gobiernos occidentales consideraban las protestas de Rusia en este sentido como una prueba de las ambiciones imperiales de Moscú e incluso de sus pretensiones sobre Europa Central y Oriental.

    Hemos llegado a esta fase del enfrentamiento Occidente-Rusia por razones enraizadas en la historia reciente que a menudo se «olvidan» por conveniencia de una de las partes, señala el autor.

    Irán

    El autor se centra en la importante evolución de la economía iraní y sus notables avances en ciencia e innovación tecnológica. Las sanciones y restricciones unilaterales impuestas por algunos países occidentales a Irán han perjudicado esencialmente a la economía occidental. Los países europeos -aunque el autor señala que es ridículo expresar el término «Europa» como una voluntad única- quieren evitar que sus empresas sufran las sanciones impuestas por Washington por un rencor bilateral que hunde sus raíces en la historia contemporánea. El principal problema es la aplicación extraterritorial de las sanciones estadounidenses. Así, además de las empresas iraníes, las mismas empresas europeas que ya trabajan con Irán pueden convertirse a su vez en blanco de la presión sancionadora estadounidense. Así pues, Europa debe defender sus intereses asegurándose de que las sanciones estadounidenses contra Irán no afecten a las empresas europeas.

    El autor también se detiene en la historia milenaria y la riqueza del arte y la arquitectura persas, destacando el papel de poder blando de la cultura y la necesidad de reforzar los intercambios culturales con la República Islámica de Irán, también para fomentar un proceso común de modernización y avance, que sin duda será beneficioso para todos los países participantes.

    El estatus y el papel de los países BRICS en la gobernanza mundial

    Según la definición del autor, el BRICS aúna los esfuerzos de los países que tratan de superar la hegemonía imperialista-económica occidental en el camino del fortalecimiento de la integración económica y en el desarrollo de las actividades económicas.

    Muchos comparan el BRICS con la OTAN o la ONU, lo que, según el autor, es incorrecto: esta organización no tiene sede, no tiene nada que ver con acuerdos militares y se ocupa principalmente de cuestiones económicas. Los países participantes respetan la igualdad y mantienen el respeto mutuo, y tienen objetivos globales que buscan mejorar las relaciones económicas en el mundo.

    Aunque los países del BRICS difieren en términos de riqueza, desarrollo social y ciencia, comparten altas tasas de desarrollo económico. El BRICS se ha transformado gradualmente en una comunidad estratégica en muchos ámbitos, cuya base es la actividad política y los fundamentos de la seguridad, los sectores económico y financiero, el liderazgo cultural y la cooperación en el ámbito humanitario. Los países BRICS también se han comprometido a mejorar la vida de cada uno de sus ciudadanos.

    En esencia, el BRICS está emergiendo como un bloque fuerte con una valiosa autoridad. Con los países participantes a la vanguardia en muchas áreas, los Estados Unidos de América podrían perder en comparación su papel como centro de tecnología, producción y consumo.

    Redimir a los países en desarrollo mediante un diálogo global y no sectorializado

    Según Giancarlo Elia Valori, es imperativo apoyar a los países en desarrollo para dar un nuevo impulso al mantenimiento de la paz mundial y promover un desarrollo común y sostenible. El desarrollo es una cuestión intemporal para la humanidad y el fundamento de la seguridad global. Las cuestiones de desarrollo global contribuyen a establecer un panorama internacional integrador, ya que lograrían un sistema de gobernanza total más justo y equitativo que el que hemos vivido en las dos últimas décadas, con alianzas agresivas que sólo provocan y promueven guerras descentralizadas.

    El autor hace hincapié en la idea de comunidad con un futuro compartido, como receta eficaz para superar el fenómeno de «fragmentación» global del mundo actual.

    Pero la palabra «global» puede tener distintos significados. Hoy en día, argumenta el autor, la diferencia más significativa es entre la perspectiva internacional china y la perspectiva liberal occidental. El propio socialismo tiene un contenido ideológico, histórico y de integración tradicional y se dedica a la búsqueda de la cooperación y la liberación de todos los pueblos según los cinco Principios de Bandung (1955), en los que China siempre ha basado su política exterior: respeto mutuo de la soberanía y la integridad territorial; no agresión mutua; no injerencia mutua en los asuntos internos de los demás; igualdad y beneficio mutuo; coexistencia pacífica.

    La perspectiva liberal, según el autor, en cambio, persigue la globalización en la superficie, pero en realidad está impulsada por los países occidentales liberal-capitalistas al servicio de sus propios intereses y corporaciones. En consecuencia, los países desarrollados occidentales se están convirtiendo en la verdadera fuerza antiglobalización.

    Los problemas de seguridad global no tradicionales, como la escasez de recursos para la seguridad alimentaria, las explosiones demográficas de la población, la contaminación medioambiental, la prevención y el control de las enfermedades infecciosas, las pandemias y los crímenes transnacionales, sólo pueden resolverse con el acuerdo de todos.

    2) EL PLANETA CHINA

    Un capítulo entero del libro está dedicado a China. Comienza con una visión histórica en profundidad del despertar chino, uno de los acontecimientos centrales de la historia del siglo XX. También se explora en detalle la historia del Partido Comunista Chino y de otros partidos políticos.

    A continuación, el autor aborda el concepto de democracia según las características chinas. Según Giancarlo Elia Valori, el sistema democrático según las características chinas combina los principios básicos del marxismo con la realidad concreta de la República Popular, y es una práctica aplicada por el Partido Comunista Chino desde su fundación. El autor cita las palabras de Xi Jinping: «Sin democracia, no habrá socialismo, ni modernización socialista, ni gran rejuvenecimiento de la Nación china».

    La historia y la realidad, señala el autor, siguen demostrando que la clave para desarrollar la democracia socialista con características chinas es garantizar que el pueblo sea el dueño del país mediante la adhesión a una unidad orgánica de gobierno.

    Como país socialista, escribe el autor, en China todo el poder pertenece al pueblo , y el pueblo ejerce dicho poder estatal a través de la Asamblea Popular Nacional (el Parlamento).

    La democracia popular, según la lógica del sistema socialista, se ocupa de todos los atributos de la sociedad y de las necesidades del pueblo. Dentro de este marco institucional, la democracia según las características chinas en todo el proceso protege los fundamentos del pueblo desde las dimensiones de tiempo y espacio, contenido y forma, entidad y procedimiento, que son los intereses de desarrollo sostenible de y para la sociedad.

    Todo el proceso de la democracia popular es un requisito inevitable del camino de la modernización; y la modernización del sistema de gobierno nacional y de la capacidad ejecutiva es la visión estratégica de todo el proceso de la democracia.

    La modernización es un proceso de cooperación multifacética y progreso común. La modernización de la vida económica y social, la modernización de la política y el renacimiento espiritual del ciudadano son tres componentes inseparables.

    La democracia popular en todo el proceso es aquella en la que el pueblo participa conjuntamente en la construcción nacional y el desarrollo social; es una democracia en la que las aspiraciones del pueblo y el desarrollo nacional van en la misma dirección y no en direcciones opuestas como ocurre en otros lugares, cuando las intenciones de un bando X chocan frente al interés nacional.

    A través de la política democrática, se produce una interacción beneficiosa entre la mejora progresiva de los aparatos de gobierno y las demandas del pueblo. Este es uno de los objetivos de un país socialista moderno: la visión estratégica de la democracia con características chinas en todo el proceso de desarrollo político e institucional.

    Según el autor, el PCC y los diez años de liderazgo de Xi Jinping siempre se han adherido al principio centrado en el pueblo y orientado hacia los ciudadanos. Todas las líneas, ideas y políticas formuladas por el Partido promueven plenamente la democracia, prestan atención a la indagación y la investigación y se adhieren a la línea de trabajo de proceder de las masas para las masas.

    Giancarlo Elia Valori con Xi Jinping, Presidente de la República Popular China

    La esencia de la modernización china es buscar la satisfacción del pueblo chino y el rejuvenecimiento de la Nación. La cuestión esencial es recuperar los «doscientos años perdidos» que dieron lugar al atraso al que se enfrentaron los fundadores de la República Popular en 1949 tras la liberación. Es decir, con el tiempo se ha creado un proceso paralelo entre la industrialización, la informatización, la urbanización y la modernización agrícola.

    Iniciada formalmente en 2020, en 2035 la modernización tendrá como objetivo construir un país moderno, estable y fuerte en defensa, y debe realizarse plenamente en 2050.

    La modernización china es esencialmente la cura para un país con una población enorme, basada en una síntesis exhaustiva de la experiencia y las lecciones de la práctica y los errores de las modernizaciones en otros países del mundo.

    Según el autor, ahora es demasiado pronto para decir si la modernización china representará una nueva forma de civilización humana, pero una cosa es cierta: ella -a diferencia de otras modernizaciones- no pretende imponerse al mundo mediante la violencia, sino que busca mejorar su propio país. Si luego será tomada como ejemplo por otros Pueblos y Estados sólo la Historia podrá decírnoslo.

    El autor también se centró en el papel clave del Presidente Xi Jinping en el fomento del diálogo entre los BRICS y los países en desarrollo, y en la adhesión de otros países al grupo BRICS. Se detalla el desarrollo de las relaciones entre la República Popular China y Rusia, que se encuentran actualmente en la mejor etapa de la historia de ambos países. El presidente chino, Xi Jinping, ha elogiado las relaciones sino-rusas como un pilar fiable para la protección de la justicia internacional, mientras que el presidente ruso, Vladímir Putin, ha calificado las relaciones sino-rusas como un verdadero modelo de cooperación interestatal en el siglo XXI y un importante factor de estabilidad en la escena internacional.

    Otros puntos que se exploran en profundidad son la gran interrelación de la República Popular China y los Estados Unidos de América en el orden asiático, la guerra económica entre la República Popular China y los Estados Unidos de América, la creciente relación entre la República Popular China y los países en desarrollo, y la importancia de la Iniciativa china de la Ruta de la Seda, también para Europa.

    En la actualidad, según el autor, la diferencia más significativa es la existente entre la perspectiva internacional de China y la perspectiva liberal occidental.

    3) EL PLANETA ESTADOS UNIDOS

    En el capítulo Planeta EEUU, el autor se centra en detalle en la historia y el significado de la centenaria Doctrina Monroe entre Washington y Asia. En la actualidad, los enfrentamientos entre la RP de China y Estados Unidos en aguas del Pacífico no son nuevos, sino que deben leerse en la historia como choques de visiones geopolíticas contrapuestas, en las que, según el autor, los primeros apelan al derecho internacional, mientras que los segundos tratan de desgarrarlo tras la caída de la Unión Soviética.

    El autor también se detiene en el sistema de sanciones y las maniobras antichinas. En opinión de Valori, Estados Unidos aprovecha su hegemonía financiera y su poder tecnológico e impone la coerción económica a otros países en nombre de la protección de la seguridad nacional. Las sanciones unilaterales y la jurisdicción de largo alcance de Estados Unidos han socavado gravemente la soberanía y la seguridad de otros países y han afectado gravemente a su desarrollo económico y al bienestar de su población. Las sanciones y la jurisdicción de largo alcance también constituyen una grave violación del derecho internacional y de las normas básicas de las relaciones internacionales.

    El «orden internacional basado en normas» que defiende Estados Unidos de América es en realidad otra versión de la política de poder. Se trata de un intento de imponer su propia voluntad y normas a los demás y de sustituir las reglas comúnmente aceptadas a nivel internacional por sus propias normas internas.

    Por el contrario, sólo hay un sistema internacional en el mundo, el que tiene a la Organización de las Naciones Unidas en su cúspide, y sólo hay un orden internacional, el que defiende el derecho internacional. Y sólo hay un conjunto de normas: las normas básicas que rigen las relaciones internacionales respaldadas por los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas.

    Las relaciones entre China y Estados Unidos han llegado a una importante encrucijada. Según Valori, los Estados Unidos de América deben dejar de ver esta relación a través de la lente de la Guerra Fría; de la mentalidad de suma cero; y en su lugar seguir los tres principios de respeto mutuo, coexistencia pacífica y cooperación en la que todos ganan. Sólo así podremos empezar a hablar de paz».

    El autor también se detuvo en las disfunciones de la democracia en Estados Unidos, y en las criticidades de su sistema económico y social, y en la cuestión racial, con la persistencia de discriminaciones sustanciales contra las minorías étnicas.

    Por último, en este capítulo, Giancarlo Elia Valori explora también el pensamiento de Henry Kessinger, con quien le unían relaciones de amistad. Entre otros puntos, recuerda cómo Kissinger subrayaba que: «La historia y la práctica han demostrado continuamente que ni los Estados Unidos de América ni la República Popular China pueden permitirse tratar al otro como adversario. Si los dos países entran en guerra, no aportará ningún resultado significativo a los dos pueblos». La comprensión y la gestión de las relaciones entre Washington y Pekín -especialmente la reversión de la difícil situación actual- requieren amplitud de miras, así como especulación histórica y filosófica. Por ello, es necesario que «ambas partes muestren sabiduría, trabajen juntas y se desarrollen conjuntamente». Los dos ejércitos deben reforzar la comunicación y hacer todo lo posible por el desarrollo de las relaciones bilaterales para crear resultados positivos y salvaguardar la paz y la estabilidad mundiales.»

    4) CIENCIA Y RECURSOS EN LA TIERRA Y EN EL CIELO

    El capítulo IV trata de los nuevos descubrimientos y avances científicos en todo el mundo, la expansión hacia el espacio y la futura explotación de los asteroides y la Luna, los avances de la República Popular China en el sector espacial, las difíciles cuestiones relativas a la explotación de los asteroides y meteoritos, tanto en lo que se refiere a la tecnología como al derecho internacional, y el estado actual de la tecnología de los cohetes espaciales. En esencia, se trata de un extenso análisis de la evolución y los principales avances que se están produciendo en la exploración espacial. El autor afirma que en un futuro no muy lejano será posible llegar a la explotación, en beneficio de la humanidad, de los recursos que se encuentran en los cuerpos celestes, en particular en los asteroides.

    5) NUEVO ORDEN MUNDIAL E INTELIGENCIA ARTIFICIAL

    En el quinto capítulo, el autor se centra en la búsqueda de un nuevo orden económico mundial en el que las fuerzas emergentes tengan más peso Los cambios económicos a gran escala han modificado históricamente el panorama económico internacional y el equilibrio de poder. Existe una fuerte demanda de reforma del orden económico internacional tradicional que se formó principalmente en la era de la hegemonía económica entre Estados Unidos y Europa. De hecho, la influencia económica de los países BRICS ha formado una fuerza irradiadora sin precedentes, promoviendo eficazmente el desarrollo de la economía regional, en particular induciendo un efecto de vinculación entre los países de mercados emergentes.

    La reforma y el desarrollo son las principales demandas y obtienen el consenso de todos los países y regiones del mundo. Según el autor, la comunidad internacional debe proseguir sus esfuerzos para promover el desarrollo de los países en desarrollo, construir una asociación mundial justa y eficaz con responsabilidades y beneficios compartidos, y trabajar conjuntamente para alcanzar de forma global los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

    El segundo punto es construir un sistema monetario y financiero internacional justo, equitativo, inclusivo y ordenado, apoyar el desarrollo económico mundial y aumentar la voz y la representación de los países con mercados emergentes y los países en desarrollo en el sistema monetario y financiero internacional.

    Por último, el autor aborda en detalle los distintos aspectos de la compleja cuestión de la Inteligencia Artificial. La tecnología de la IA aportará ventajas y beneficios a la sociedad en su conjunto. Pero el auge de la IA también es motivo de preocupación, ya que no es una herramienta neutra y puede utilizarse maliciosamente, creando incertidumbres e incluso falsificaciones de la realidad. Citando al autor, la inteligencia artificial es una tecnología compleja con muchos escollos potenciales a los que hay que prestar mucha atención, sin dar siempre por sentados resultados positivos. Un modelo de inteligencia artificial de éxito debe dar prioridad a la ética desde el principio, sin segundas intenciones. En todas las industrias y empresas, la inteligencia artificial no tiene el mismo valor y uso, pero el único factor unificador que debería seguir adelante es el compromiso con unas predicciones transparentes e imparciales.

    Entre otras cuestiones, el autor se pregunta cómo influirá el desarrollo de la IA en las relaciones entre Estados. Señala que la IA se convertirá en el nuevo foco de competencia entre las grandes potencias, como ocurrió con el desarrollo del arma nuclear. Será no sólo deseable sino necesario, afirma, trabajar desde un punto de vista de seguridad común estableciendo normas internacionalmente compartidas.

    En cuanto a su impacto en los equilibrios geopolíticos, el autor sostiene que la inteligencia artificial afecta a los cambios en el orden mundial desde dos aspectos: la estructura y las normas internacionales. En cuanto a la situación internacional, la inteligencia artificial puede influir en el equilibrio de poder entre los países en los ámbitos económico y militar, y cabe suponer que las capacidades de los actores no estatales se ampliarán sin precedentes y la competencia internacional en torno a la tecnología se hará más intensa.

    En cuanto a las normas internacionales, la inteligencia artificial tiene el potencial de cambiar la forma y los principios de la guerra y repercutir en las leyes y la ética internacionales vigentes.

    Los retos de seguridad y gobernanza que plantea la tecnología de inteligencia artificial son cuestiones que deben ser abordadas por toda la humanidad. Los países deberían considerar el problema desde la perspectiva de la construcción de una comunidad con un futuro compartido para la humanidad y debatir el futuro de las normas internacionales sobre inteligencia artificial a partir del concepto de seguridad común.

    El autor del libro, Giancarlo Elia Valori, es un  Directivo y académico de renombre mundial con un papel destacado en el fomento del diálogo y la cooperación entre países. Es Presidente del International World Group, y de Global Strategic Business, Consejero del Grupo chino HNA, y Presidente honorario de Huawei Italia. También es  profesor en universidades de renombre, como la Yeshiva University de Nueva York, la Hebrew University de Jerusalén y la Peking University de China. Ha recibido numerosas condecoraciones, entre ellas las de Cavaliere di Gran Croce y Cavaliere del Lavoro al Merito de la República Italiana, Cavaliere della Legion d’onore de la República Francesa, Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO y Miembro de Honor de la Académie des Sciences de l’Institut de France.

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