Valentina Conde Maldonado

    Por definición, los acuerdos de paz siempre han sido el mecanismo por excelencia para la terminación de conflictos, tanto a nivel nacional, como a nivel doméstico.

    Valentina Conde Maldonado
    Valentina Conde Maldonado

    Desde la firma de la paz de Westphalia—que significó el inicio del sistema estatal actual—pasando por las guerras mundiales y el surgimiento de los conflictos posteriores a estas, la negociación y el compromiso entre las partes ha supuesto sí bien no la forma más común de terminar con los conflictos, sí el ideal al que aspiran no solo los países sino también, las personas.

    Con el surgimiento de lo que Kaldor denominó Las Nuevas Guerras, el cambio de los centros de conflictividades cambian y ahora las disputas son principalmente de carácter intraestatal. Geopolíticamente esto es importante porque muestra que la seguridad sigue y seguirá siendo la principal preocupación de los Estados, en donde estos aspiran a mantenerse fieles a los ideales expuestos en la Carta de las Naciones Unidas, buscando prevalecer otros mecanismos disuasorios, como por ejemplo las sanciones, antes que el uso de la fuerza. Sin embargo, el escenario humanitario para las personas, no ha cambiado. La preponderancia de actores no estatales que de entrada no están sujetos a las reglas de juego a las que sí lo están los Estados imposibilita que la resolución de conflictos pueda darse de manera acertada. La firma de acuerdos de paz en Sudáfrica, Irlanda y Colombia entre otros son la muestra de avances importantes en la resolución de conflictos, pero también plantean los retos gigantes tanto por factores internos y externos que suponen verdaderamente su aplicación.

    La trasnacionalidad

    A pesar de lo anterior, un elemento presente en todos los conflictos que hay actualmente es el carácter trasnacional que estos tienen, bien sea porque se presentan afectaciones directas a través del spill-over del mismo, como sucede por ejemplo con el terrorismo en África; o porque los intereses de los Estados están directamente relacionados con la terminación de dicho conflicto.

    El primer escenario supone esfuerzos prácticos por parte de los Estados para hacer frente a desplazamientos masivos, el tráfico de drogas y personas, las consecuencias ambientales, la minería y explotación ilegal, etc., etc. El segundo, por otro, no solo retoma la visión realista de que los Estados se mueven necesariamente por sus intereses, sino que también retoma la visión globalizada de que para solucionar los problemas el multilateralismo es necesario, y es bajo este contexto donde la búsqueda del poder inteligente se vuelve esencial en la resolución de conflictos.

    Los Acuerdos de Abraham

    El conflicto Árabe – Israelí es un mosaico en lo referente a conflictividad. Por un el conflicto tiene un origen estatal ligado a la formación de fronteras y el reconocimiento de personalidad bien sea a Palestina o Israel como miembros del Sistema Internacional; y por otro, las acciones tomadas por los árabes en la búsqueda de reconocimiento se ha servido de tácticas clásicas de las nuevas conflictividades, por ejemplo, en las intifadas o la resistencia de los palestinos frente a la fuerza pública israelí.

    Pese a lo anterior, hay varios elementos necesarios a tener en cuenta de manera previa al establecimiento de los Acuerdos de Abraham entre Israel – Bahréin y Emiratos Árabes Unidos. La resolución 181 de la Asamblea General de las Naciones Unidas establece la partición del territorio en cuestión en un Estado judío y un territorio árabe correspondiente a Palestina. Más allá de las discusiones jurídicas frente a la validez de la misma, el apoyo mayoritario a favor supuso para el nuevo país el reconocimiento internacional necesario para otorgarle la categoría de Estado. Desde este momento el conflicto es permanente y los armisticios antes que los acuerdos de paz han sido los únicos intentos concretos por establecer la paz en Medio Oriente, así no hayan sido efectivos.

    La Guerra de 1948 terminó con un armisticio en 1949, dejando la puerta abierta a futuras confrontaciones. La Guerra del Canal del Suez en 1956 mostró la inestabilidad de un sistema de balance de paz inexistente y terminó con la retirada de fuerzas extranjeras promovida por el Consejo de Seguridad de la ONU. La Guerra de los Seis Días también termina con la aceptación de un alto al fuego promovido por las Naciones Unidas. La Guerra de Desgaste entre Egipto e Israel de 1967 a 1970 termina con un alto al fuego entre los dos países. La Guerra de Yom Kippur de 1973 termina con la firma de los acuerdos del Kilometro 101. La Guerra del Líbano de 1982 termina cuando en el 2000 el Primer Ministro Ehud Barak acata la resolución 425 del Consejo de Seguridad y su reinicio en 2006 también se desecalona con la creación de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano.

    Al respecto hay dos elementos en común que están presentes en todos los altos a las hostilidades anteriores. Primero, nunca se han tenido resoluciones definitivas para el conflicto, especialmente ante las dificultades territoriales y de reconocimiento de violaciones a los Derechos Humanos desde 1947. Y segundo, nunca a habido un acuerdo que contemple de manera integral a todos los actores que en algún momento se hayan visto inmersos en confrontaciones con Israel, y hasta que ambos elementos no se contemplen, no habrá una paz definitiva.

    El día 15 de septiembre de 2020, con la firma de los Acuerdos de Abraham se avanzó en el desescalonamiento de tensiones en la región, pero nuevamente no se estableció la paz al considerar que ni Bahréin ni Emiratos Árabes Unidos están en guerra con Israel, y por ende, simplemente se dio reconocimiento a dicho Estado para contemplar el restablecimiento del comercio, el turismo, la cooperación científica, educativa, alimentaria y las relaciones consulares. Tampoco, se hace referencia de manera directa al conflicto entre Israel y Palestina, los desplazamientos o las anexaciones de territorio, lo que lleva a la reacción violenta de Hamas ante el acuerdo y la reacción cautelosa de Irán. Las motivaciones detrás del mismo también son diferentes al establecimiento de relaciones con Egipto (1979) y Jordania (1994), al considerar que estos responden principalmente a intereses económicos antes que fronterizos o como medio para salir de confrontaciones directas.

    Sin embargo, el acuerdo sí tiene consecuencias. Desde Israel se espera que él éxito de los acuerdos con EAU y Bahréin «también pueda servir para animar a Egipto y Jordania», decía Benjamín, a crear unas relaciones más intensas y que se extiendan más allá de la seguridad, que es prácticamente la única cuestión en la que hasta el momento la colaboración es intensa …Los acuerdos suponen un cambio radical en Oriente Medio, se rompe en buena medida el aislamiento al que Israel se ha visto sometido durante décadas y crea todo un nuevo bloque de aliados en una zona tan inestable y conflictiva, pero tiene un alcance mayor, que impacta en todo el mundo árabe (Jorda, 2020, s.p.).

    Negativamente, los nuevos acuerdos suponen una reducción de lo que era uno de los puntos de apoyo más fuertes a la causa palestina: el apoyo de los países árabes a través del no reconocimiento y mantenimiento de relaciones con Israel, tal y como lo explica Ed Husein. Incluso, el nombre de los Acuerdos supone un punto unificador que muestra que la forma de mejorar la situación es mejorar las relaciones entre todos los países.  La resolución del conflicto con Palestina por lo tanto, seguirá quedando inconclusa.

    Una nueva visión de los Acuerdos de Paz

    Finalmente, tal y como lo demuestra el caso presentado, los acuerdos de paz solo serán efectivos en la medida en que ellos supongan la única salida posible a las ambiciones de las partes, bien sea en el ámbito interno o externo. No cualquier cese de hostilidades significa paz, no cualquier expresión de intenciones se traduce en acciones concretas. El balance entre intereses, voluntad y necesidad finalmente, lo que hace un acuerdo viable.

    Autora: Valentina Conde Maldonado (Internacionalista, Analista Misiones Internacionales y Operaciones de Paz, Asistente de investigaciónDiploma de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario. Colombia).

    (Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de World Geostrategic Insights)

    Foto: AP

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