Por Mauricio Diagama Durán

    En un artículo anterior se hicieron algunas afirmaciones acerca de la naturaleza de la geopolítica y la geoeconomía empresarial.

    Mauricio Diagama Durán

    Entre otras frases, se dijo, que la geopolítica empresarial se debe ocupar de explicar la relación entre el poder de los dueños, directivos, empleados, proveedores, competidores y clientes, es decir la política interna y externa, y los intereses individuales y colectivos, a la luz de sus espacios interno y externo, es decir de los terrenos, pisos, recursos disponibles o las cosas que hacen parte de la organización. Y que el contexto espacial donde la empresa se desarrolla, supone la comprensión del tamaño, la distribución, los niveles y la visión de los espacios ocupados o por ocupar de los distintos actores vinculados con su desarrollo.  

    También se dijo que la geoeconomía empresarial debe explicar las mismas relaciones a partir del poder político que crea las condiciones para la adquisición y distribución de la riqueza organizacional y la posesión de los recursos empresariales actuales o por adquirir, dentro del espacio organizacional. 

    Además, se planteó que tanto el espacio interno como el externo de las empresas van más allá del mercado, aunque este sea muy importante, pues allí se encuentran recursos, actores, procesos y relaciones que generan necesidades e intereses, que afectan el desarrollo organizacional y los negocios en que se soportan las empresas.

    En este escrito, se afirmará además que la geopolítica y geoeconomía empresariales ayudan a explicar cómo la concepción espacial particular que tengan las empresas, y sobre todo como la que proyecten los dueños y gerentes, definen la realidad de la acción organizacional, al entrar en armonía o conflicto con las perspectivas de los demás actores. Y esta definición produce consecuencias importantes porque una estrecha concepción espacial de una empresa la llevará a pensar y actuar, por ejemplo, en un entorno y un mercado limitado (zonal, local, comunal, barrial e incluso nacional) y una visión ampliada la pondrá a entender y trabajar el mercado internacional, multinacional o global.

    Por tanto, que se hace necesario que todas las empresas, sin distingos, así como sus actores (dueños, directivos, empleados, clientes, proveedores), desarrollen una conciencia espacial y que sus decisiones gerenciales vayan acompañadas de análisis geopolíticos apropiados a los espacios donde trabajen. Además, que cada empresa debe tener sus propias herramientas de análisis geopolítico o geoeconómico, para definir de que parte y cómo hacer su propio diagnóstico geoestratégico, para luego, sí definir sus líneas de acción geoestratégicas.

    Este llamado está especialmente dirigido a las pequeñas y medianas empresas, a las organizaciones ancladas a los mercados zonales, barriales, regionales o nacionales y a las personas que las dirigen, orientan, asesoran o gerencian, porque de ellas mismas depende que su desarrollo tenga un campo de acción más amplio o más restringido.

    De otro lado, se dirá que las empresas que están trabajando procesos de internacionalización comprenden esta realidad mejor que aquellas que no lo hacen. En este caso, se afirmará que la internacionalización empresarial (IE) significa un cambio de concepción espacial, que conlleva cambios importantes en las actividades diarias de sus operaciones, pues supone pensar en escenarios que no son el sitio de su mercado natural.

    La internacionalización: una concepción espacial hacia un espacio ampliado 

    Para nadie es un secreto que las micro, pequeñas y medianas empresas, conocidas como MiPymes, tienen una gran participación en la economía mundial, especialmente en la generación de empleo, cobertura y producción de bienes y servicios para la satisfacción de las necesidades de la población en general, pero los estudios muestran que son pocas las que piensan, estudian, trabajan en o para los mercados internacionales.

    Otros estudios indican que en general los pequeños empresarios, están interesados en la internacionalización, pero que no han realizado procesos asociados con ella. También señalan que cuando los realizan, sus prioridades están sólo centradas en el comercio exterior, es decir en la compra y venta de productos, pero que muchos no los piensan como vinculados con procesos geoestratégicos, que podrían llevar a conseguir recursos frescos, o a la comprensión de otras dinámicas culturales, políticas o legales en los mercados más amplios, o a la identificación de las necesidades de otros actores, o a resolver con su presencia internacional la búsqueda de posibles nuevos socios, proveedores o competidores asociados a esos mismos espacios. 

    Así que muchas opciones de inversión, de fuentes de capital o de alianzas estratégicas, así como de los asuntos no ligados directamente con sus productos, o acerca de posibles nuevos actores amigables, se ignoran o se dejan de lado. 

    Pues bien, estos temas van de la mano de su concepción espacial y de lo que significan los espacios ampliados. 

    El problema es que los cambios y retos en el espacio empresarial de hoy, que van más allá de los mercados, hacen que la concepción ampliada del mundo, toque aspectos tan diversos como la 5a. Revolución Industrial, los mercados electrónicos, los procesos de innovación y tecnología masiva, la automatización o digitalización de los procesos, la contratación de personal o el diseño de productos, afectando la dinámica productiva y económica actual de todos los mercados y empresas, por protegidos o no que estén en sus mercados naturales.

    De esta manera, aún sin quererlo o entenderlo, las empresas se están afectando a diario, sobre todo en sus mercados locales o nacionales, lo que les obliga a pensar en nuevas acciones gerenciales y nuevos espacios de acción, así como en la búsqueda permanente de nuevos mercados. De esto también se ocupan la geopolítica y la geoeconomía empresariales

    Definición y enfoques de la internacionalización empresarial (IE)

    En la práctica, la internacionalización empresarial (IE) es más que la expansión de los negocios o transacciones hacia los mercados extranjeros. O incluso es más que el conjunto de actividades que la empresa desarrolla fuera de los mercados que constituyen su entorno geográfico natural.

    Es además un proceso por el cual una organización desarrolla capacidades para poder comercializar y/o producir sus productos en otro país del mundo, diferente a su país de origen, para de esta manera ampliar su impacto geográfico. También es un conjunto de valores, acciones y comportamientos asociados con el mundo internacional, que van de la mano de principios como honestidad, transparencia y habilidad para comunicarse dentro y con otras empresas.

    Y sobre todo es una decisión gerencial, que busca entre otras cosas, satisfacer las necesidades de los públicos del mercado externo, pero que no se queda allí. Nuevos recursos, otros socios, mejores aliados, otras fuentes de materias primas o mejores tecnologías hacen parte de esa acción estratégica. 

    Pues bien, todo ello supone una concepción espacial que va más allá de los mercados naturales de las empresas, casi siempre atados a los mercados nacionales o locales. Y esta misma realidad, obliga a desarrollar nuevos enfoques teóricos sobre lo que se entiende por internacionalización empresarial (IE) y cómo hacerla, por lo que, en los últimos cincuenta años, su desarrollo conceptual ha sido importante. 

    En ese caso, y tomando como ejemplo, enfoques como el de Trujillo, se encuentra lo siguiente:

    Primero existieron las perspectivas económicas, basadas en los costos y las ventajas económicas (Vernon, 1966; Hymer, 1976; Dunning, 1981)

    Luego, se concibió la internacionalización como un proceso de aprendizaje basado en la acumulación de conocimientos y en el incremento de recursos comprometidos en los mercados exteriores (Vahlne, 1977, 1990; Johanson y Wiedersheim-Paul, 1975; Lee y Brasch, 1978; Alonso y Donoso, 1998)

    Más tarde, Johanson y Vahlne (1977), la definieron como un proceso en el que las empresas aumentan gradualmente su participación internacional. 

    En 1988, Welch y Luostarinen, la plantearon como el proceso que aumenta la participación en las operaciones internacionales, pero considerando que, tanto lo interno como lo externo, deben involucrarse.

    Por su parte, Johanson y Mattson (1988) señalaron que la internacionalización es el desarrollo de redes de relaciones comerciales en otros países a través de la extensión, penetración e integración. (Dawei, 2008). En los 90s, Covin y Slevin lo plantearon como la capacidad de la empresa para innovar sus productos, el tipo de decisiones tomadas bajo alta incertidumbre, y el dinamismo organizacional.

    Por esa misma época, algunos afirmaron que la internacionalización era más bien el producto de una serie de decisiones. En este caso, Beamish (1990) ofreció la siguiente definición: «proceso por el cual las empresas aumentan su conciencia de las influencias directas e indirectas de las transacciones internacionales en su futuro y establecen y realizan transacciones con otros países» (Beamish 1990, pp. 77- 92; Coviello y Munro 1997).

    En 1997, Madsen y Servais, plantearon que la internacionalización de las empresas está ligada a las personas y sus características, por lo que la decisión de ingresar a los mercados internacionales está ligada a la experiencia previa, la educación y el estilo direccional de los ejecutivos. 

    Y en lo concerniente a la perspectiva de redes, se desarrollaron las nuevas ideas centradas en el proceso de internacionalización, como un desarrollo lógico de las redes ínter organizativas y sociales de las empresas (Johanson y Mattson, 1998; Weiman, 1989; Larson, 1992)

    En el año 1994, Root y Rialp (1999) la entendieron como el conjunto de operaciones que facilitan el establecimiento de vínculos más o menos estables entre la empresa y los mercados internacionales, a lo largo de un proceso de creciente implicación y proyección internacional.

    Y Villarreal (2005) definió la internacionalización de la empresa como “una estrategia corporativa de reconocimiento por diversificación geográfica internacional, a través de un proceso evolutivo y dinámico de largo plazo que afecta gradualmente a las diferentes actividades de la cadena valor y a la estructura organizativa de la empresa, con un compromiso e implicación creciente de sus recursos y capacidades con el entorno internacional, y basado en un conocimiento aumentativo” (p.58). (Lambraño, 2017) 

    Con otro enfoque, el autor de este escrito, plantea que la internacionalización empresarial (IE) se ha unido con los negocios internacionales y allí se distinguen tres corrientes de pensamiento: 

    Por un lado, Daniels y Radebaugh (2000), quienes definen a los negocios internacionales como todas las transacciones de negocios – privadas y gubernamentales – que implican a dos o más países. Las compañías privadas realizan esas transacciones con afán de lucro; los gobiernos pueden o no perseguir lo mismo en sus respectivas transacciones. 

    También aparecen Arese y Tuller, quienes han dicho que los negocios internacionales son las transacciones que tienen lugar en el extranjero para satisfacer necesidades de individuos y organizaciones (Arese,1999).  Acá la internacionalización es un camino para desarrollar tales transacciones.

    De otro lado, otra corriente de pensamiento, representado en el famoso Charles Hill (2001), afirma que un negocio internacional es cualquier empresa que participa en el comercio o la inversión internacional.  En este caso, la internacionalización se asocia con la organización que actúa en el mercado internacional.

    Y una tercera corriente, que integra los negocios internacionales en una sola unidad, con la internacionalización. Esto se explica porque en una visión más moderna, la internacionalización va más allá de la empresa, pues involucra a la sociedad y a las personas y en el encuentro comercial surgen un conjunto de elementos culturales, políticos, sociales, individuales, morales, comunicativos, jurídicos, empresariales y económicos, además de técnicos, que se entrelazan en un momento histórico y en un espacio determinado. De esta manera, la internacionalización se entiende como el fruto de múltiples factores sociales, institucionales y personales. 

    Y otro enfoque se centra en explicarla como ligada a las capacidades y aceleradores empresariales, o las experiencias, estrategias o decisiones gerenciales que permiten a las empresas actuar por fuera de su mercado natural. En este escenario, se encuentran pensadores como Hill y Jones (2011), Hills (2010) Canals (1994), Peng (2012), Jarillo y Martínez (1997) o institucionales como Upsala (1997) y también Murillo (2001), Guacaneme (2019) y Ronderos (2006) 

    Finalmente, para un grupo de estudiantes de doctorado de la Universidad de Los Andes de Colombia, la característica común de esos aportes es que la explicación de la internacionalización se contextualiza fundamentalmente, en la satisfacción inicial de las necesidades del mercado local para luego exportar los excedentes. Y la comprensión del mercado y sus necesidades, favoreciendo la diversificación del producto y la creación de clústeres para potencializar las ventajas de los mercados.  

    Así que, como se ve, tanto en la práctica como la teoría actual de la internacionalización, existen un conjunto de temas, explícitos o implícitos, ligados a la concepción espacial que desarrollan las empresas y sus actores, que afectan las decisiones, acciones, procesos y actividades productivas, comerciales y/o financieras, que se desarrollan por fuera del mercado limitado en donde están asentadas sus bases jurídicas, contables, administrativas y gerenciales. 

    Y como consecuencia se afecta la vida diaria de los gerentes, directivos, empleados y clientes, al modificar la cultura, prácticas y creencias empresariales y realizar grandes cambios en la estructura, funcionamiento y sistemas de gestión y operaciones.

    La concepción espacial ante la internacionalización empresarial

    En conclusión, la internacionalización empresarial (IE) supone un cambio profundo en la visión espacial de la organización, de sus mercados, de sus necesidades y de sus posibilidades y metodologías de trabajo, entre otros temas, obligándola a pensar en términos geoestratégicos nuevos.    

    Así que la concepción espacial particular que tengan las empresas, y sobre todo como la que proyecten los dueños y gerentes, definen la realidad de la acción organizacional, al entrar en armonía o conflicto con las perspectivas de los demás actores. Y esta definición produce consecuencias importantes porque una estrecha concepción espacial de una empresa la llevará a pensar y actuar, por ejemplo, en un entorno y un mercado limitado (zonal, local, comunal, barrial e incluso nacional) y una visión ampliada la pondrá a entender y trabajar el mercado internacional, multinacional o global.

    Se hace entonces evidente que internacionalización conlleva revisar la concepción espacial y la acción realizada sobre los espacios ocupados o por ocupar, que son esenciales para comprender su desarrollo, y que la conciencia espacial y las decisiones gerenciales deben ir acompañadas de análisis geopolíticos amplios, desarrollados con sus propias herramientas para hacer su propio diagnóstico geoestratégico y sus líneas de acción geoestratégicas.

    Finalmente, que las personas que dirigen, orientan, asesoran o gerencian la internacionalización, deben asumirla como un cambio de mentalidad espacial, pues de ellas depende que el desarrollo tenga un campo de acción más amplio o más restringido. En ese caso, la internacionalización empresarial (IE) también significa un cambio de concepción espacial en todos los actores organizacionales, pues conlleva cambios importantes en las actividades diarias de sus operaciones.

    Mauricio Diagama Durán – Consultor empresarial y autor de numerosos escritos sobre temas de geopolítica, geoeconomía y relaciones internacionales. 

    REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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