Por: CRISTHIAN HUGO GUTIÉRREZ DE LA CRUZ

    Luego de la larga y heroica campaña de más de diez años, donde los griegos sitiaron al rey Príamo y lograron vencer en Ilión gracias a la aguda inteligencia de Odiseo, este último lleno de vanidad manifestó que su astucia superaba a los mismos dioses, lo cuales a pesar de haber intervenido en la guerra, y mandar a sus mejores guerreros, entre ellos el afanoso Ájax y el ágil Aquiles, era mérito de la inteligencia, y no de la fuerza, la que terminaba ganando la guerra, es más, dicho triunfo era patrimonio de Odiseo, ante dicho acto de vanidad, fue Poseidón en un acto de ira, quien condenó a dicho héroe a vagar por los mares eternamente en su intento de regresar a la ciudad que lo vio nacer, Ítaca, siendo que para lograrlo tuvo que enfrentar diversos obstáculos.

    Luego de ser acogido por Circe, esta última le advierte a Odiseo los peligros de pasar cerca a la isla de las sirenas, las cuales eran unas bestias de los abismos que con voz dulce llamaban y atraían a incautos navegantes, para que una vez cerca sean devorados sin dejar rastro; teniendo conocimiento de dicho peligro, Ulises ordenó a su tripulación que se le amarrara al mástil de su nave, y que se le echara cera a los oídos, de tal forma no caer en las fauces de estos monstruos ni caer en su tentación, aconsejando a su tripulación hacer lo mismo; sin embargo, muchos de ellos aún con menor temperamento y opacos en astucia hicieron caso omiso, de tal forma cuando se acercaban en el horizonte comenzaron a escuchar los cantos de sirenas, ávidos y movidos por la curiosidad y luego reemplazada por el deseo, se acercaban más a dichas bestias, siendo atraídos por sus cantos y belleza agradable a la vista, siendo que conforme le había advertido Circe, fueron devorados uno tras otro, siendo que entre los sobrevivientes se encontraba Odiseo que habiendo caído también en la tentación, fue el mástil del cual estaba amarrado y no podía soltarse lo que le salvó de la perdición.

    La Constitución como mástil

    Una de las características esenciales de un Estado Constitucional y Social de Derecho radica en el sometimiento de todos los poderes públicos: gobierno, parlamento y judicatura, sin perjuicio de los demás organismos autónomos, a la Constitución Política como norma jurídica vinculante y obligatoria para todos, en ese orden de ideas, los poderes constituidos no pueden sobrepasar al instrumento que le dio dicho poder, en consecuencia, la Constitución, no sólo es un documento jurídico para interpretar normas, sino sobre todo un límite al poder político de los poderes constituidos, siendo que su legitimidad proviene de la voluntad popular, al respecto:

    El ideal constitucionalista, aparece por lo demás plasmado en la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano aprobada por la asamblea constituyente francesa del 26 de agosto de 1789, y más concretamente en su artículo 16 – toda sociedad en la que no esté asegurada la garantía de los derechos, ni determinada la separación de poderes, no tiene constitución -. En esta cláusula terminante se señalaba en pocas palabras el doble objeto de la Constitución: garantizar los derechos de los asociados y organizar el ejercicio del poder de manera separada tal y como lo había planteado Montesquieu (1).

    La legitimidad de la Constitución proviene de la manifestación de un momento constituyente, en el cual la mayoría política organizada decide darse un nuevo marco de actuación política, es decir la Constitución es válida en la medida que es democrática, una Constitución impuesta por una minoría no es capaz de socavar ni obtener la legitimidad para servir de instrumento de control, tanto así que los regímenes políticos totalitarias, y en menor medida los autoritarios pretenden imponer con la llegada al poder ciertas reglas de juego mediando cambios a este nivel; sin embargo, como la legitimidad de estos regímenes suele ser precaria, rápidamente pierden el apoyo popular que les permitió llegar al ejercicio del poder, siendo una de estas razones que los países latinoamericanos cuentan con un alto grado de volatilidad en el cambio de Constituciones, ello en la creencia que el derecho puede cambiar la realidad, cuando de hecho debiera ser lo contrario, prueba de ello es que mientras mayor la estabilidad económica y política menos será la necesidad de realizar cambios tan drásticos al sistema político, lo cual podemos evidenciar en el número de cartas o textos constitucionales y el nivel de estabilidad político:

    SISTEMAS POLÍTICOS ESTABLES

    SISTEMAS POLÍTICOS INESTABLES
    ESTADO / NACIÓN NÚMERO DE CONSTITUCIONES ESTADO / NACIÓN NÚMERO DE CONSTITUCIONES
    Canadá 01 Rep. Dominicana 32
    EE.UU. 01 Venezuela 26
    Italia 01 Haití 24
    Bélgica 01 Ecuador 20
    Japón 02 Bolivia 16
    Alemania 03 Perú 13

    Cuadro N° 01 Constituciones en el mundo, fuente Constitutions around the world, elaboración propia.

    En ese orden de ideas las Constituciones democrática per se no cambian la realidad social de las estructuras sociales, pero lo que sí permiten es que la ausencia en su modificación garantiza estabilidad, la cual no necesariamente es buena, pero la cual bajo ciertos supuestos permite el desarrollo económico-social de una civilización, por ello las Constituciones son los mástiles que soportan el peso y guía de una embarcación o Estado, pues permiten la estabilidad de los sistemas políticos, así se afirma:

    Las democracias liberales occidentales son sociedades que creen fuertemente en el pluralismo y la diversidad de creencias, ideas, opiniones y religiones, una sociedad que se caracteriza por sus errores y problemas sociales […] Nuestra cultura occidental, si de algo puede enorgullecerse, es de su capacidad de aprender de la enorme cantidad de errores que ha cometido a lo largo de su historia, desde quema de herejes, persecuciones, exclusión social, despotismos, totalitarismos, penas capitales, fanatismos, marginación, […] por tanto una cultura crítica hacia sí misma, una cultura atenta, sensible y acogedora de la diversidad como valor y realidad (2).

    ¿Por qué resulta tan seductor el llamado de las sirenas?

    La naturaleza humana desde una perspectiva antropológica puede clasificarse como un ser que no suele conformarse con su realidad, el espíritu humano siempre se ha desdoblado en luchar por mejores condiciones para su existencia, lo cual es una constante en todas las civilizaciones; no obstante, este deseo de cambio no suele ir acompañado de las mejores estrategias para lograrlo, ello quizá como afirma Habermas, más que seres racionales somos individuos emocionales tomando decisiones en base a nuestras emociones, para luego fundamentarlas racionalmente, cuando debiera ser de forma inversa, este deseo de cambio que puede ser advertido en todo aspecto de la vida humana y se ve reflejado en el ámbito político con deseos de reforma (3), así cada elección popular todo candidato suele prometer un cambio, es más, los eslóganes de campaña y marketing político buscan asociar al candidato con la idea de cambio, pues han comprendido adecuadamente que el elector naturalmente tiende a no sentirse satisfecho con la realidad, por ello busca, desea y elige el cambio, pues este es circunstancial connatural al espíritu humano, siendo una circunstancia atemporal propio de toda la historia humana:

    En la historia de las civilizaciones, la historia termina al menos una vez, y más veces, cuando aparece el Estado universal de la civilización, sus gentes quedan cegadas por lo que Toynbee llama el espejismo de la inmortalidad, convencidos de que la suya es la forma final de la sociedad humana (…) sin embargo, las sociedades que suponen que su historia ha terminado son, habitualmente, sociedades cuya historia está a punto de empezar a declinar (3).

    Siendo el cambio naturalmente atrayente al espíritu humano, cabría preguntarnos si esta naturaleza en todos los supuestos suele ser positivo para quien lo busca, y la respuesta que obtenemos dependerá de quien sea quien se lo pregunté, pues a nadie sensato se le puede ocurrir cambiar de mástil de la embarcación en plena tormenta en donde el destino y vida de los tripulantes de la embarcación está en juego, de la misma forma es contrario a la prudencia la reforma constitucional cuando un país se encuentra atravesando momentos de especial dificultad, pues ciertos cambios en ciertos supuestos son imprescindibles, pero otros no son más que cantos de sirena atrayendo espíritus nobles a los abismos del desgobierno. 

    BIBLIOGRAFÍA

    1 – NARANJO MESA Vladimiro, Teoría Constitucional e Instituciones Políticas, Editorial Temis, Bogotá, 12° Edición, 2000.

    2 – AGUILERA PORTALES, Rafael Enrique, Teoría de los Derechos Humanos, Editorial Griley, Lima, 1° Edición, 2011.

    3 – EL CONTROL CONSTITUCIONAL DEL PODER POLÍTICO. Gutiérrez De la Cruz Cristhian Hugo, Editorial Iusticia, Lima, Primera Edición, 2020.

    Foto Créditos: Ulises y las Sirenas. Herbert James Draper (1909)

    AUTHOR: CRISTHIAN HUGO GUTIÉRREZ DE LA CRUZ (Bachiller en ciencia política por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima -Perú), Licenciado en ciencia política por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima – Perú), Maestro en gestión de políticas públicas por la Universidad Nacional Federico Villarreal (Lima – Perú), Candidato a doctor en filosofía en la especialidad de filosofía política – ética por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima – Perú), Especialista en derechos humanos y políticas públicas).

    (Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de World Geostrategic Insights)

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