CRISTHIAN HUGO GUTIÉRREZ DE LA CRUZ 

    Una aproximación desde la filosofía política de Francis Fukuyama

    El 04 de febrero de 1945 en Yalta – Crimea sostuvieron una serie de reuniones Franklin D. Roosevelt por los Estados Unidos, Winston Churchill por el Reino Unido y Iósif Stalin por la Unión Soviética con el propósito de determinar el final de la segunda gran guerra, pero poco se suele saber y que muchos historiadores afirman, es que estas reuniones – que terminarían más tarden en Potsdam, también significaban el comienzo de la Guerra Fría, pues por encima de una evidente rivalidad económica y militar que dividió Alemania y el mundo en dos bloques antagónicos, una mirada más aguda nos permitirá advertir que este conflicto entre dos potencias hegemónicas significó prevalentemente una riña entre lo que suponía las ideología políticas dominantes, tanto el liberalismo en su vertiente imperialista y depredadora, así como el comunismo en su vertiente socialista y totalizadora.

    El Liberalismo y el fin de la historia

    El debate ideológico abarcó diferentes ámbitos entre soviéticos y americanos desde quien llegaba primero a la Luna, quien contaba con más medallas en una olimpiada, o quien obtenía más premios nobel, hasta que el 09 de noviembre de 1989 el devenir histórico dio por ganador al liberalismo en su versión imperialista, (y más salvaje), pues al caer el muro que separaba a la República Federal Alemana (RFA) y la República Democrática Alemana (RDA) evidenciaba que el liberalismo como ideología política, con fuertes sustentos filosóficos tanto de John Locke (Segundo Tratado del Gobierno Civil) y de Jeremy Bentham (Introducción a los principios de Moral y Legislación) era la clara ganadora, y como tal reclamó el derecho de implantarse en todas democracias existentes, sustancialmente en las latinoamericanas, y las de Europa del Este, tanto así “para gran parte del mundo, no hay actualmente ninguna ideología con pretensiones de universalidad que esté en condiciones de desafiar la democracia liberal” (1).

    Esta proliferación y simbiosis de democracia y liberalismo condujeron a que Francis Fukuyama escribiera un libro fundamental tanto para politólogos, internacionalista e  historiadores denominado “El fin de la historia y el último hombre” (1992) cuyo núcleo duro de argumentación, apoyándose en Hegel (2), afirmaba que la historia no es más que una lucha de ideologías, así en los albores de la civilización el conflicto entre sociedades radicaba en que divinidad creer y adorar, (y se estaba dispuesto a morir por ellas, sino recordemos las cruzadas) mientras que en la edad moderna postindustrial, el conflicto radicaba determinar en cuál es la mejor forma de organizar el Estado, así mientras para los fascistas y comunistas que consideraban que la conducción pública de la economía y de la sociedad podría dotar de mayor racionalidad a la estructura político-social, y por el liberalismo que propugnaba que al dotar de libertad a los individuos, estos al procurarse el bien propio, a su vez (y quizá sin quererlo) procuraban el bien común. En ese orden de ideas, según Fukuyama la historia, actuando como un gran filtro y catalizador, evidenciaba que las sociedades que optaban por un sistema con economía dirigida comenzarían a extinguirse (siendo Cuba y Corea del Norte dos fósiles políticos de ello), y por el contrario, las sociedades que optaron por sistemas con libertad en la conducción económica (todo occidente) pululaban como organismos en una gota de agua.

    Con estas pruebas, Fukuyama afirmaba que el liberalismo al haber vencido a sus combatientes ideológicos tanto de extrema derecha (fascismo) como de extrema izquierda (comunismo) hacían prever que el mundo adoptaría este binomio democracia-liberalismo como dogma de todo aquel que aspire llegar al poder en sus respectivos Estados, hecho profético durante los veinte primeros años del siglo XXI, pero acaso ¿la historia acabará con el liberalismo, como última ideología imperante en el sistema político internacional?. A la referida pregunta Fukuyama afirmaba con un rotundo sí, en la medida que el sistema político- económico internacional como la ONU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional premian generosamente a los gobiernos que adoptan, las no siempre racionales, políticas en materia económica, y por el contrario, castigan severamente a los gobiernos que quieran apartarse de las recetas “infalibles” para el progreso de los pueblos, siendo que los gobernantes ante la elección del olivo y el mazo, tendían a escoger la primera (3); no obstante, la reciente llegada al poder de los demócratas de la mano de Joe Biden nos hace cuestionar dicha aseveración de hace más de treinta años.

    A modo de conclusión

    La civilización al igual que un río tiende a fluir dentro los causes establecidos, y solo el tiempo hace que su recorrido sea modificado, tan lentamente que no son perceptibles a los ojos humanos; en ese orden de ideas, cada cierto tiempo acontece un hecho que sacude fuertemente el devenir de la sociedad, como la llegada del cristianismo a Roma en el siglo III, el renacimiento en la Europa del siglo XVIII,  o las dos grandes guerras del siglo XX, estos acontecimientos imprevistos cambiaron el curso de la historia, ahora bien, por vez primera la civilización ha enfrentado una pandemia global que evidencia la necesidad de una actividad Estatal mucho más impertinente en las libertades ciudadanas, así los estados de emergencia o de sitio según el país, la limitación de libertades de tránsito, comercio y demás derechos fundamentales (baluartes del liberalismo) han sido limitados, y por el contrario el creciente rol de la actividad del Estado tanto en la conducción de la economía hacen prever su intromisión en las libertades personales serán cada vez mayor (4), tanto así que la administración Biden ha alistado una serie de políticas, opuestas a la administración Trump, tanto en materia de económica (¿el Estado será el primer motor de la economía durante la crisis?) como en limitación de libertades (¿será obligatoria la vacuna incluso contra la voluntad de los ciudadanos?), esto frente a una crisis sanitaria y económica sin precedente en los últimos años, lo que haría prever que el Estado va a tener un rol protagónico como nunca antes, desde casi al menos un siglo, convirtiendo quizá a Biden y a su administración en el último hombre del liberalismo tal y como lo hemos conocido.

    AUTHOR: CRISTHIAN HUGO GUTIÉRREZ DE LA CRUZ (Bachiller en ciencia política por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima -Perú), Licenciado en ciencia política por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima – Perú), Maestro en gestión de políticas públicas por la Universidad Nacional Federico Villarreal (Lima – Perú), Candidato a doctor en filosofía en la especialidad de filosofía política – ética por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima – Perú), Especialista en derechos humanos y políticas públicas)

    BIBLIOGRAFÍA

    1. EL FIN DE LA HISTORIA Y EL ÚLTIMO HOMBRE. Francis Fukuyama, Editorial Planeta, Barcelona, 5ta edición, 1996.

    2. LECCIONES DE FILOSOFÍA DE LA HISTORIA UNIVERSAL. Friedrich Hegel, Alianza Editorial, Madrid, 2015.

    3. HISTORIA DE LA TEORÍA POLÍTICA. George Sabine, Fondo de Cultura Económica, México, 3era edición, 1994.

    4. TEORÍA DE LA JUSTICIA. John Rawls, Fondo de Cultura Económica, 2da edición, México, 1995.

    (Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen únicamente al autor y no reflejan necesariamente las opiniones de World Geostrategic Insights).

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