Pablo Sanz Bayón

    El apogeo de la economía digital, del comercio electrónico y del sector criptomonetario está provocando la reacción de las autoridades bancarias y financieras internacionales.

    Pablo Sanz Bayón

    Detrás de los aspectos cibernéticos y técnicos subyacen numerosas claves geopolíticas vinculadas a la política monetaria y al funcionamiento general del sistema financiero.

    Mientras que las criptomonedas como el Bitcoin tienen una estructura descentralizada y de momento sólo están actuando como reserva de valor ante la devaluación del dinero fíat, los bancos centrales más importantes están comenzando a presentar sus proyectos de moneda virtual (Central Bank Digital Currencies o CBDC) como una divisa electrónica y centralizada, un activo líquido y seguro que tendría un triple uso: efectivo, depósito de valor y medio de pago. En este sentido, el Banco Popular de China ya ha desarrollado y está probando actualmente un proyecto piloto sobre el Yuan Digital (DC/EP), que se vinculará 1:1 a la moneda nacional, el RenMinBi (RMB). Por contraste, en EEUU, el proyecto Digital Dollar, promovido por el expresidente de la CFTC, Christopher Giancarlo, de momento al margen de la Reserva Federal, se encuentra aún en una fase muy embrionaria, después de haberse desestimado su introducción legal a través de los programas de estímulos contra la crisis del coronavirus.

    El Banco Central Europeo (BCE) se encuentra actualmente inmerso en su propio proyecto de CBDC. Francia y los Países Bajos abanderan los avances entre los Estados Miembros. Los primeros desarrollos evidencian una apuesta decidida de la Unión Europea por la creación de una moneda digital de banco central que, de implantarse, revolucionará el sistema financiero mundial. En este sentido, la Unión Europea tiene ante sí la oportunidad de impulsar la Unión Monetaria y Bancaria, situándose a la vanguardia de la revolución digital financiera, en el que su CBDC, el Euro Digital, quedaría integrada dentro de la nueva plataforma de pagos paneuropea, de base criptográfica y programable.

    Como ha reconocido el propio BCE, su motivación sobre el Euro Digital es la de estar preparado a nivel tecnológico y regulatorio para cuando se dé esta disrupción de modo completo. De ahí que el BCE haya delegado en 5 bancos centrales europeos, en colaboración con el Banco Internacional de Pagos (BIS), el estudio de la viabilidad de su CBDC mediante un proyecto de prueba de concepto “EuroChain” en la plataforma Corda, de R3 y con el apoyo de Accenture.

    EUROchain se basa en intermediarios que tienen acceso a las cuentas del banco central y pueden recurrir a los saldos de reserva para proporcionar moneda digital al banco central a los usuarios. Los intermediarios procesarían transacciones en nombre de sus clientes. Su objetivo es buscar un equilibrio entre un cierto grado de privacidad en los pagos electrónicos y garantizar el cumplimiento de las normas destinadas a la prevención del blanqueo de capitales. En este sentido, la DLT no mostrará la identidad del usuario ni su historial de transacciones al banco central ni a los intermediarios que traten con el movimiento (Informe del BCE, “Exploring anonymity in central bank digital currencies”, 4 de diciembre de 2019).

    Este proyecto piloto tiene dos niveles de investigación. Por un lado, el de una moneda criptográfica mayorista, restringida a un grupo limitado de contrapartes financieras (mercado interbancario). Por el otro lado, el de una CBDC minorista, accesible para todo tipo de usuarios.

    Este último modelo permitiría reemplazar una parte del efectivo físico o suplementar el MO. El experimento o prueba de concepto ha mostrado que es posible construir una infraestructura digital de pago con una CBDC que no sólo preserve la privacidad de los usuarios, sino que simultáneamente las transacciones de mayor valor estén sujetas a las verificaciones obligatorias que prescribe la regulación europea de prevención del blanqueo de capitales.

    Ahora bien, los aspectos regulatorios de un hipotético Euro Digital son técnicamente complejos. Una nueva divisa diferente al euro fíat y al dinero bancario debería tener su propio esquema normativo y en particular, debería previamente despejarse cómo se anclaría a los depósitos de divisas del BCE y cómo mantendría una relación estable con el euro fíat, posiblemente de paridad o bajo un tipo de cambio estable.

    Por otra parte, el Euro Digital contribuiría a culminar la eficacia de los sistemas de pago instantáneo existentes, en particular, el TIPS (TARGET Instant Payment Settlement), lanzado en noviembre de 2018. Esta red de pago instantáneo lanzada por el BCE proporciona una capa de liquidación para los bancos comerciales y si se adopta a gran escala, permitiría que las empresas y los particulares realicen transacciones entre ellos al instante y sin limitaciones de fin de semana u horario comercial.

    Según el BCE, el TIPS está diseñado para liquidar una carga regular de más de 43 millones de transacciones de pago instantáneo por día, y podría manejar hasta 2000 transacciones por segundo. A este respecto, el informe de Panneta, F., “Beyond monetary policy – protecting the continuity and safety of payments during the coronavirus crisis”, The ECB Blog, de 28 de abril de 2020, menciona sistemas similares para liquidar transacciones bancarias a gran escala, denominadas Target2, así como Target2 Securities. Estos sistemas se están utilizando actualmente para liquidar transacciones financieras en Europa.

    En esta fase preliminar, queda pendiente de confirmar si el TIPS y el Euro Digital podrán coexistir en el marco del Área Única de Pago en Euros (SEPA), y si su futura adopción comprometerá decisivamente o no la posición de los actores predominantes del mercado de pagos minoristas en Europa, cuyo control lo detentan empresas estadounidenses como Visa, MasterCard y PayPal.

    También queda pendiente como afectará la irrupción de un Euro Digital al sector de las Bigtech/GAFA, que aspiran a ofrecer servicios financieros a los usuarios de sus plataformas (Google, Amazon, Facebook, Apple). Estos gigantes digitales cuentan ya con sistemas de comercio electrónico capaces de incorporar sus propios medios de pago alternativos a la banca comercial y en un futuro próximo también pueden aspirar a detentar el poder de emisión y control de monedas virtuales estables con las que operar las transacciones dentro de sus marketplaces, con aplicaciones propias de pago a través de sus redes sociales y servicios de mensajería online.

    En este sentido, la regulación de las plataformas de servicio de cambio de moneda virtual por dinero fiduciario y de servicios de custodia de monedero electrónico (ewallets) es una materia que la UE tiene pendiente, porque la aproximación vigente se ha limitado casi estrictamente al campo de la prevención del fraude fiscal y del blanqueo de capitales. Sin embargo, constituye un sector tecnológico tan innovador que el enfoque europeo debería ser más audaz y menos reduccionista, porque indirectamente podría beneficiar a los Estados pero también a la banca comercial tradicional.

    De momento, en el contexto europeo lo que ha trascendido es que el Banco de Francia, en asociación con el banco de inversión Société Générale, se encuentra desde enero haciendo experimentos relativos a un CBDC europeo. Según se dio a conocer, esta experimentación se realizó con infraestructura DLT/Blockchain, aunque dio a los operadores la flexibilidad de trabajar fuera de las limitaciones de esta tecnología.

    Como parte del experimento, Societe Generale emitió bonos por 40 millones de euros, recibiendo el pago en forma de euro digital (CBDC), emitido por el Banco de Francia. Mediante la inclusión de contratos inteligentes, se consiguió un ahorro de costes y de tiempo. Francia se ha centrado principalmente la solución mayorista antes de considerar la implementación de una CBDC minorista. Más recientemente, el Banco de Francia ha seleccionado ocho instituciones financieras como parte de una serie de pruebas para su próxima etapa de experimentos.

    Entre los elegidos se encuentran Seba Bank, Societe Generale, ProsperUS, HSBC, Accenture, Euroclear, Iznes y LiquidShare, que desarrollarán proyectos que pondrán a prueba la idoneidad de la CBDC para resolver las transacciones de activos financieros (Banque de France, “Liste des candidatures retenues pour les expérimentations de monnaie digitale de banque centrale (MDBC)”, 20 de julio de 2020).

    En lo que respecta al Banco Central de los Países Bajos (DNB), también anunció el desarrollo de pruebas sobre el Euro Digital, sobre el que ha dicho que puede ser más programable que Bitcoin. A diferencia del Banco de Francia, la propuesta del DNB se está enfocando en la construcción de un sistema monetario público con el fin de que sea adoptado por el Eurosistem (DNP, “Central Bank Digital Currency: Objectives, preconditions and design choices”, 2020).

    Diferente opinión ha expresado el Bundesbank alemán, que ha advertido de que un CBDC europeo podría desestabilizar los sistemas financieros europeos, aunque la Asociación de Bancos Alemanes sí ha abogado por una divisa digital programable (Bundesverband deutscher Banken, “Following the debate on Facebook’s “Libra” currency, German banks say: The economy needs a programmable digital euro!”, 30 de octubre de 2019).

    Por su parte, cabe destacar que la Asociación Bancaria Italiana (ABI), compuesta por 700 entidades de crédito, anunció en el pasado mes de julio que sus bancos están dispuestos a poner a prueba el Euro Digital, respaldado por el BCE.

    El grupo que lidera esta iniciativa compartió 10 puntos sobre las consideraciones que conlleva esta propuesta de CBDC europea. La cuestión prioritaria, a juicio de la ABI, es preservar la estabilidad monetaria y el pleno cumplimiento del marco regulatorio europeo. Por tanto, el marco jurídico de una CBDC del BCE habría de ser, según la ABI, plenamente compatible con las regulaciones de la Unión Europea.

    Por esta razón, la clave sería generar confianza en sus usuarios, valor añadido sobre el resto de los criptoactivos del mercado con función de pago, pero también respecto a las hipotéticas monedas digitales lideradas por los gigantes de Internet que se introduzcan próximamente en el sector Fintech.  En lo que respecta a su dimensión tecnológica, la ABI menciona el proyecto Spunta, iniciativa del Laboratorio ABI, que consiste en integrar la tecnología de la cadena de bloques (DLT/Blockchain) en el procesamiento de información interbancaria.

    El avance de los diferentes planteamientos europeos es una demostración de que la introducción de un CBDC puede catalizar importantes innovaciones digitales dentro del sistema bancario. El lanzamiento de una CBDC en los próximos años supondrá un hito geopolítico para Europa, permitiendo su modernización y digitalización financiera ante el desafío criptomonetario descentralizado o ante los diversos proyectos que lideran otras grandes potencias mundiales.

    Autor: Pablo Sanz Bayón (Profesor de derecho mercantil en la Facultad de Derecho (ICADE), Universidad Pontificia Comillas, Madrid, España). 

    (The opinions expressed in this article are solely those of the authors and do not necessarily reflect the views of World Geostrategic Insights).

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